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Como
todos los hermanos
sabemos, el Ara es el
altar de nuestro taller
que es también nuestro
templo y por lo tanto
una imagen del cosmos.
En el centro de ese
espacio, entre la puerta
y el Oriente y las
columnas del Norte y del
Sur se encuentra nuestro
altar iluminado por las
luces de la Sabiduría,
la Fuerza y la Belleza.
Esta piedra o ara, por
marcar el centro, señala
también el eje del
taller, es decir, la
posibilidad de
comunicación alto-bajo,
ascendente-descendente,
entre la tierra y el
cielo que en forma
simbólica está
representado en el
techo. Y es a través del
rito de nuestros
estudios y trabajos, de
nuestras ceremonias y
gestos invariables que
esta comunicación se
reactiva y se hace en
nosotros, los que nos
ponemos entonces en
condición de poder
recibir los efluvios de
lo alto, las
inspiraciones emanadas
del Gran Arquitecto del
Universo, las que
constituyen todo
Conocimiento y
Sabiduría. Es pues el
Ara el punto más
importante del templo, a
partir del cual, se
organiza toda la Logia y
los trabajos que en ella
se realizan. Es el
símbolo de lo invisible
por excelencia, que él
expresa formal y
sensiblemente, y a él
mira simultáneamente
toda la Logia, tanto el
Oriente como los otros
puntos cardinales. La
escuadra y el compás se
hallan sobre él
simbolizando la unión
entre la tierra (la
escuadra, el
cuadrángulo) y el cielo
(el compás, el círculo)
ya que él manifiesta el
“axis” en el que se
conjugan las
polaridades.
Ya
sabemos que nuestra
Logia, al simbolizar el
cosmos, simboliza tanto
el macro como el
microcosmos puesto que
éste es una miniatura de
aquél, por lo que el
taller es también una
imagen de nuestro templo
interno y el ara, por
ser su punto central,
corresponde en el ser
humano a su corazón,
lugar donde se recibe la
palabra y la sabiduría
divina -testificadas por
el Libro Sagrado que
reposa en nuestro altar-
lugar de
transformaciones y de
realización. Hacia esta
transmutación están
orientados nuestros
esfuerzos; lo que es lo
mismo que pulir la
piedra en bruto, o ir
ascendiendo
escalonadamente los
estadios sucesivos del
Conocimiento, que se
corresponde con los
grados de nuestra Orden.
Esta posibilidad de
ascenso y superación
está siempre presente en
el pecho de cada
aprendiz, compañero o
maestro, que en virtud
de haber recibido la
iniciación se halla
especialmente
cualificado para
efectivizar estos
símbolos, para hacerlos
una realidad interna que
vaya actuando en
nosotros al ser evocados
por la meditación, el
estudio y la reiteración
ritual.
Queremos recordar
también para finalizar,
que el Ara es el lugar
en el que efectuamos
nuestros juramentos,
como manifestación
visible de una energía
invisible y
trascendente. Sobre
ella, como imagen del
centro espiritual, y en
lo hondo de nuestro
corazón, es que hemos
aceptado nuestros
compromisos internos y
hemos prometido
cumplirlos, llevarlos a
cabo. Esto podría
parecer ridículo a aquél
que ignorase todo sobre
el simbolismo o no
hubiera podido salir
verdaderamente del mundo
profano. Pero no lo es
para los masones, los
que al comprender el
símbolo y el rito en el
interior de su corazón,
los efectivizan, al
vivenciarlos. Por ese
motivo es que son tan
importantes los gestos
rituales, ya que por
medio de ellos se
renuevan las
posibilidades que
contienen, pues expresan
con exactitud una
cosmogonía en
movimiento, un
cosmodrama, aunque se
ignore esta
circunstancia. Sin
embargo, es obvio
comprender que cada vez
que pasamos junto al Ara
y lo saludamos, no sólo
estamos dando una
muestra de respeto al
símbolo en cuestión y a
todo aquello que
llevamos dicho acerca de
lo que él representa,
sino que además
renovamos ritualmente
nuestros compromisos y
promesas masónicas,
volviendo a religarnos
con ellas precisamente
en el lugar de la
recepción de las
emanaciones del Gran
Arquitecto del Universo,
lo cual constituye un
perenne recordatorio de
nuestra auténtica
calidad masónica.
Y
nos preguntamos, ya para
finalizar, ¿acaso no es
a esa identificación a
la que conduce el
caminar “por las vías
que nos han sido
trazadas” a las que
alude el ritual de
apertura? ¿Y no son en
el fondo esas “vías
trazadas” la propia
herencia tradicional
cuyo origen está en
aquel gesto primigenio,
y a la que tenemos que
actualizar
transmitiéndola en el
ciclo histórico que nos
toca vivir?
DOS TEMAS
MASÓNICOS “Con
alegría”
Queridos
hermanos, deseamos
recalcar las palabras
que se repiten al final
de nuestras tenidas para
tratar de evitar
cualquier riesgo de
equivocación sobre
alguna de las
características de los
verdaderos masones, en
lo que toca a nuestra
Orden. Por lo que creo
debemos comenzar
recordando que la Logia
es una imagen del
cosmos, y los ritos y
gestos que allí se
efectúan son una
recreación perfectamente
ordenada de la
cosmogonía, tal cual se
presenta al ser humano
inteligente. |
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Sin
embargo, todo
masón operativo
sabe que a su
vez, el orden
cosmogónico es
una imagen de lo
metafísico -y de
allí lo del
secreto
masónico-, a lo
que se ha de
aspirar en
cuerpo, alma y
espíritu; por
eso, la
necesidad y el
sentido de
distintos grados
de realización y
conocimiento
entre los Hijos
de la Viuda. Se debe
comprender entonces que esta
aspiración hacia lo más alto
-aéreo e inaprensible- es
opuesta a la pretensión hacia lo
bajo- terrícola y fosilizado, y
por lo tanto constituye algo más
parecido a una disolución que a
una coagulación.
En verdad
todo este mundo que nos ha
tocado vivir existe para
dejarlo, porque es una imagen
ilusoria de la realidad, lo que
se advierte en el ascenso por
los grados, o mundos, que estos
simbolizan, donde las cosas son
cada vez más ciertas cuanto más
extrañas se nos presentan. Pero
para llegar a ello hay que
arribar primero a ser Maestro u
Hombre Verdadero, y recomenzar
posteriormente la ascensión por
los grados simbólicos,
íntimamente relacionados con lo
supra cósmico, tomando como
punto de partida el cosmos, o
logos, del cual deriva el nombre
de nuestro taller. Lo que es
perfectamente lógico en cuanto
se piensa que los símbolos, los
ritos y los mitos existen como
mensajeros de otras realidades,
y nunca para aferramos, con
tanta obstinación como
mediocridad, a ellos. |
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Algunos hermanos aún no pueden
comprender estos conceptos -y
otros, acaso, no los comprendan
nunca-, pero deben enterarse de
asuntos siempre presentes desde
la época operativa en la
Masonería, donde los ritos
simbólicos e iniciáticos no
podrían jamás resolverse en el
simple hecho de construir
edificios, aunque estos fueran
bellísimos templos.
Es lamentable, pero hay personas
que ven en la solemnidad un
valor en sí mismo, o algo que
deben repetir como si fuera el
auténtico rito, y en ese sentido
son los análogos -inversos- de
los que no advierten que todo
acto es solemne per se y
entonces se dedican a correrías
y pillaje. Entre el tonto
solemne y el pícaro sinvergüenza
no hay una gran distancia desde
un punto de vista un poco más
elevado; y ambos conforman la
ignorancia del medio con la que
no pueden sino auto
identificarse. Es más, el tonto
solemne y el pícaro sinvergüenza
pueden ser una misma persona.
Pero no nos interesa en este
momento ningún pillo, que son
pocos en las logias y que casi
inmediatamente son
desenmascarados por sus
hermanos, y sí nos preocupa que
el ritual, que es uno solo con
la Logia, pueda ser transpuesto
por nosotros fuera con una
impostación cuasi religiosa y
literal, totalmente enemiga del
auténtico Conocimiento, del
Símbolo, que es verdaderamente
el trabajo al que ha de
dedicarse cualquier masón. Lo
cual, por su literalidad, pueda
también dañar a la propia Orden
en el mundo profano con
autotítulo de vocero “oficial”.
La dignidad es propia de todo
masón en cuanto es propia de
cualquier Iniciado u Hombre
Verdadero; no se necesita por lo
tanto impostar la voz, ni tratar
de “superar” ningún gesto, ya de
por sí solemne. Tampoco se ha de
caer en el ridículo de pretender
sobrepasar a sus hermanos en
sabiduría, o de ser tan infantil
como para creer que se ha
“progresado” en detrimento de
otros, lo que indicaría una
absoluta falta de seriedad. Con
el maestrazgo se acabó la
juventud aunque se esté en los
20 años, porque recién allí se
comenzará a emprender el camino
hacia lo supracósmico. Quedarse
por lo tanto en conceptos
literales y actitudes solemnes
es a veces un daño irreparable
para cada quien por sí mismo,
como para todos aquellos que
comparten nuestros trabajos y
que han ido a la Orden buscando
lo que ella es, y no a grandes
“sabios” tan engolados como
superficiales. Cuando en la
masonería operativa los obreros
terminaban sus trabajos y los
gestos necesarios a su labor,
colgaban en el taller su mandil
y desde luego no repetían esos
gestos en su casa ni con sus
amigos en la sala húmeda; donde
todos eran hombres libres;
tampoco los domingos, o en las
innumerables fiestas
calendáricas, o en la calle,
donde no corresponden esas ropas
y actitudes, puesto que el rito
de la cotidianidad es
perfectamente suficiente y andan
sobrando posturas de este tipo.
Por eso al terminar nuestros
trabajos repetimos en respuesta
a una pregunta la frase “con
alegría”, la que nunca debería
olvidar un auténtico masón.
Así, pues, deberíamos
prevenirnos y ponernos a
cubierto de lo formal -que, sin
embargo, es lo que nos ha dado
nada menos que la forma-
confundiéndolo, o peor aún
imaginándolo superior a lo
a-formal que es el fin de la
aspiración y la esperanza. ¡Con
alegría!
Cadena
de unión
Como todos conocéis, al
final de nuestras tenidas
finalizamos el rito con la
llamada Cadena de Unión. Esta
cadena que nos une a todos,
desde el Venerable a los nuevos
aprendices tiene, entre otros,
dos significados que desearíamos
destacar en este momento. En
primer lugar, es una imagen en
el plano de la cadena vertical
que entronca con los orígenes de
nuestra Orden y asegura una
transmisión regular, a través de
los iniciados de todos los
tiempos, con el Gran Arquitecto
Universal. Esto se produce por
medio de nuestros símbolos,
ritos y mitos que no son sino
manifestaciones prototípicas de
arquetipos permanentes que, hoy
como ayer, están presentes en el
plan y la estructura cósmica.
En segundo término, y como su
nombre lo indica, significa la
unión efectiva y real de los
integrantes de la Logia en una
nueva entidad que rechaza las
individualidades para
integrarlas en un organismo
unitario de energía y alcance
mayor por sus propias
características transpersonales,
conformando así un colectivo
cuya fuerza es más grande que la
suma de los elementos
individuales, como bien lo
sabéis por propia experiencia,
pues ya habéis participado en su
composición. Haciendo la
salvedad que esta cadena
fraterna no sólo se refiere a
nuestra Logia, o a nuestras
obligaciones con toda la
hermandad masónica, sino a la
humanidad en general, y en
particular a la totalidad de los
iniciados que hubieran conocido
el camino del conocimiento por
otras vías diferentes a la
nuestra.
Debemos recordar sin embargo que
cuando comienza a formarse, esta
cadena está incompleta y hay un
vacío en ella, un eslabón que
aún no ha sido cerrado, por lo
que el Venerable Maestro
pregunta: “queridos hermanos,
Maestro de Ceremonias ¿Por qué
está rota la cadena?”
Y el Maestro de Ceremonias
responde:
“Por nuestras imperfecciones
Venerable Maestro”.
Entonces el Venerable Maestro
vuelve a preguntar: “¿Cómo
podemos cerrarla?”
Y el Maestro de Ceremonias
contesta:
“Con las palabras sagradas de
Sabiduría, Fuerza y Belleza. Uno
para todos y todos para uno,
repetidas tres veces”.
“Cerradla, querido hermano”,
ordena el Venerable, y mientras
el Maestro de Ceremonias lo
realiza los integrantes de la
Logia pronuncian tres veces las
palabras sagradas, sus brazos
derechos sobre los izquierdos y
engarzando los dedos con los de
los lados, constituyendo un
círculo mágico perfecto de
concentración de vibraciones, un
dínamo generador, no únicamente
capaz de transmitir su fuerza a
cada uno de los integrantes,
sino la de emanar a otros
espacios visibles e invisibles;
una forma activa de la
invocación y también un
encantamiento de protección para
todos aquellos que tienen la
gracia de participar en los
misterios del Arte Sagrado, los
llamados guardianes del Templo
de la sabiduría salomónica,
imagen de todos los templos, los
que como parte de sus funciones
deben saber estrechar sus filas
y trabajar de modo armónico,
tendiente a la perfección.
Recuerda siempre la diferencia
está en ti, en cambiar la vida y
la humanidad…
SANTIAGO DE CHILE 2013
FELILUXOR FE Y FELICIDAD EN LA
LUZ DE ORO
UNA LUZ EN VUESTRO CAMINO
A MIS PADRES Y HERMANOS QUE
ESTÁN EN LOS CIELOS Y EN LA
TIERRA. POR UNA ALIANZA
FORTALECIDA EN LA CONSERVACIÓN A
LO QUE NUESTRO PADRE DE LOS
MUNDOS NOS HA DADO COMO HERENCIA
KARMICA.
www.sanacionplaneta.org
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