( C. W. LEADBEATER) ( FOLLETOS TEOSÓFICOS)


 

Hermano: has perdido, por la muerte, uno a quien amabas entrañablemente, uno que quizás era para ti todo en el mundo: y por consiguiente, a ti te parece aquel mundo vacío, y que la vida ya no vale la pena. Sientes que te abandono para siempre la alegría; que para ti, en adelante, la existencia no puede ser sino tristeza sin esperanza; un angustioso anhelo por renovar el " contacto de una mano desaparecida, y el timbre de una voz que se extinguió". Estas pensando principalmente acerca de ti mismo y de tu intolerable perdida; pero hay además otro dolor. Se agrava tu pensar por la incertidumbre respecto al estado actual del ser que amaste; sientes que se ha ido pero ignoras a donde. Deseas fervorosamente que el este bien, mas, cuando levantas los ojos, todo lo encuentras vacío; cuando llamas, no hay respuesta; y, por consiguiente, te sumerges en la desesperación y la duda, y formas una nube que te vela el sol que jamás se oculta.
Tu sentimiento es completamente natural; yo, que escribo, lo comprendo perfectamente, y mi corazón esta lleno de simpatía para todos los afligidos como tu. Pero deseo hacer algo mas que brindarte ayuda y alivio. Tal ayuda y alivio han llegado a miles que estuvieron en tu mismo triste caso. ¿ por que no han de poder llegar a ti también?.
Dices: ¿como puede haber alivio ni esperanza para mi? Existe la esperanza de alivio para ti porque tu pesar se funda en un falso concepto; te afliges por algo que realmente no ha sucedido. Cuando comprendas los hechos dejaras de afligirte.
Contestas: mi perdida es un hecho real. ¿ como podrás ayudarme sin devolverme al que murió?
Comprendo perfectamente tu sentimiento, sin embargo, ten un poco de paciencia conmigo, y trata de asimilarte tres principales premisas, las que me propongo presentarte; primero meramente como afirmaciones generales, y después en detalle convencedor.
1.- tu perdida es solamente un hecho aparente, es aparente solo desde el aspecto en que tu la ves. Deseo llevarte a otro punto de mira. Tu desconsuelo es el resultado de un gran engaño; de la ignorancia de las leyes
de la naturaleza; permíteme ayudarte en el camino hacia el consentimiento por medio de la explicación de una pocas y sencillas verdades la cuales podrás estudiar mas ampliamente a voluntad.2.- pierde todo desasosiego e
incertidumbre respecto al estado del ser que amas; porque la vida después de la muerte ya dejo de ser un misterio. El mundo mas allá de la tumba existe bajo las mismas leyes naturales propias de este que conocemos, y ha sido explorado con científica precisión.
3.- no debes afligirte, porque tu desconsuelo hace daño a tu amado. Con que solo logres abrir tu mente a la verdad, ya no te afligirás mas. Pensaras, tal vez, que estas simples conjeturas; mas permíteme preguntarte: ¿qué bases tienes para tu actual creencia al respecto, sea cual fuere? Supones que debes tener tal creencia porque la enseña alguna iglesia o porque se la considera fundada en lo escrito en algún libro sagrado, o porque es la creencia general de los que te rodean; la aceptada opinión de tu época. Mas si procuras librar tu mente en preceptos, veras que esas opiniones también descansan en una mera afirmación, puesto que las iglesias enseñan dogmas distintos, y las palabras del libro sagrado pueden ser y han sido interpretadas de diferentes maneras. El dogma aceptado de tu época, no se basa en conocimiento exacto alguno; es sencillamente cosas de oídas: estos asuntos que nos afectan tan intima y profundamente, son demasiados trascendentales para basarlos en meras conjeturas o en vagas creencias: exigen la certeza que se desprende de la investigación científica y la clasificación. Ya se ha emprendido tal investigación, se ha efectuado tal
clasificación; y el resultado de una y otra es el deseo poner ante tu vista.
No pido creencia ciega alguna; relato lo que yo mismo conozco como hechos evidentes y te invito a examinarlos.
Consideremos una por una estas premisas. Para aclararte el asunto de la  constitución del hombre, debo decirte un poco mas de lo que generalmente conocen aquellos que no han hecho estudio especial de la materia. Has oído
decir, vagamente, que el hombre posee un algo inmortal que se llama alma, la cual se supone que sobrevive a la muerte del cuerpo.

Quiero que deseches esa vaguedad, y que comprendas que, aun siendo cierto el concepto, es un aserto de los hechos muy restringido. No digas: "considero que tengo alma". Porque esa es la pura verdad; el hombre es un alma, y tiene cuerpo. El cuerpo no es el hombre. Lo que tu llamas la muerte no es sino el acto de despojarse de una vestidura inservible, y esto no implicaría el fin tuyo quitarte el sobretodo. Por consiguiente, no has perdido a tu amigo:
solamente has perdido de vista el abrigo en el cual acostumbrabas verlo envuelto. El abrigo se fue, mas no el hombre que lo vestía; seguramente, es el hombre lo que tu amabas, y no su vestidura.

Antes de que puedas entender las condiciones de tu amigo, precisa que comprendas la tuya. Has un esfuerzo para asimilarte el hecho de que tu eres un ser inmortal; inmortal, porque en esencia eres divino, porque eres una
chispa del mismo fuego de dios; que has vivido por largas edades antes de vestir este ropaje que llamas cuerpo; y que vivirás por muchas edades después que el se haya desecho en polvo. "dios hizo al hombre a su imagen y semejanza". Esto no es una adivinanza o una creencia piadosa; es un hecho científico definido, susceptible de prueba, como podrías verlo por medio de la literatura sobre el particular, si te tomaras el trabajo de leerla.[1]
Lo que has considerado como tu vida es en realidad un solo día de tu verdadera vida como alma, cosa igualmente cierta respecto de tu amado, por consiguiente el no esta muerto; es únicamente su cuerpo lo que se desecho.

Sin embargo, no por esto debieras pensar de el como de un mero aliento sin cuerpo, o de manera alguna sea menos el mismo de lo que antes era. Como afirmo San Pablo hace mucho tiempo: "hay un cuerpo natural, y hay un cuerpo espiritual". La gente entiende mal esa observación, porque considera estos cuerpos como sucesivos, y no comprende que todos nosotros poseemos el uno y el otro, aun ahora. Tu, que lees esto, posees tanto un cuerpo "natural" o físico, el cual puedes ver, como otro cuerpo interno, que no puedes ver: el que llamaba san pablo "espiritual". Y cuando desechas el físico, aun retienes aquel y mas fino vehículo, quedas revestido de tu "cuerpo espiritual". Sin simbolismos el cuerpo físico como un sobretodo o abrigo, podemos pensar de este cuerpo espiritual como de la ropa interior que el hombre viste debajo de esta vestidura externa.
Si esa idea ya te aclara, avancemos otro paso. No es, solamente, en lo que llamas muerte donde desechas aquel sobretodo de materia densa; cada noche, al dormir, te separas de el por un rato, y andas vagando por el mundo en tu cuerpo espiritual, invisible, con respecto a este mundo denso, pero claramente visible para aquellos amigos que estuvieren usando, a la vez, sus cuerpos espirituales; porque cada cuerpo ve únicamente aquello que esta en su propio nivel. Tu cuerpo físico ve solamente otros cuerpos físicos; tu cuerpo espiritual ve solamente otros cuerpos espirituales. Cuando vuelves a ponerte tu sobretodo, es decir cuando vuelves a tu cuerpo mas denso, y despiertas a esta mundo inferior, suele suceder que tienes algún recuerdo, aunque generalmente muy embrollado, de lo que has visto cuando estuviste en otra parte, y lo llamas un sueño vivido. Por tanto, puedes describirse el
sueño como una especie de muerte temporal, consistiendo la diferencia en que no te separas de tu sobretodo de modo tan radical que quedes impedido de volver a ponértelo. Queda igualmente demostrado que, cuando duermes, entras a la misma condición por la cual ha pasado el ser amado por ti. Ahora procederé a explicarte cual es esa condición.


Han corrido muchas teorías respecto a la vida después de la muerte, casi todas ellas basadas en falsas comprensiones de las antiguas escrituras. En un tiempo se aceptaba, casi universalmente en Europa, el horrible dogma de lo que se llamaba sempiterno castigo, ahora, ya nadie, fuera de los mas rematadamente ignorantes, cree en el. Fue basado en una mala traducción de ciertas palabras atribuidas al cristo, y mantenido por los monjes medievales como un espantajo conveniente con asustar a las masas ignorantes para que se portaran bien. A medida que el mundo avanza en la civilización, empezaron los hombres a comprender que tal dogma era no solo blasfemo, sino ridículo.
Los religionistas modernos lo han reemplazado, por consiguiente, por sugestiones algo mas sanas; pero generalmente vagas y enteramente apartadas de la sencillez de la verdad. Todas las iglesias han complicado sus doctrinas, porque insistieron en empezar con lo absurdo e infundado dogma de una cruel e iracunda deidad, la cual se complacía en hacer daño a su pueblo.
Ellas importaron esta espantosa doctrina del primitivo judaísmo, en lugar de aceptar la enseñanza del cristo de que dios es un padre amoroso. La gente que ha podido asimilarse el hecho fundamental de que dios es amor, y que su
universo se gobierna por medio de leyes sabias y eternas, ha empezado a darse cuenta de que estas leyes deben obedecerse, tanto en el mundo de mas allá de la tumba como en este. Pero aun son vagas tales creencias. Nos
hablan de un lejano cielo, de un dia de juicio en el remoto provenir; pero nos informan poco respecto de lo que sucede aquí, y ahora. Los que enseñan, ni pretenden tener experiencia personal alguna de las condiciones que reina
después de la muerte. No nos dicen lo que ellos mismos saben, sino solamente lo que han oído de otros. ¿ como podrán satisfacernos eso?La verdad es que ya paso el dia de la creencia ciega. Hemos llegado a la era del conocimiento científico, y ya las ideas que carecen de razón y sentido común son inaceptables. No existe razón alguna para que los métodos de la
ciencia no se apliquen a la elucidación de problemas que en otros días se dejaban enteramente a la religión; en verdad, tales métodos se han aplicado por la sociedad teosófica y la "sociedad para la investigación psíquica"; y es el resultado de estas investigaciones, hechas con espíritu científico, el que deseo expresarte ahora.

Somos espíritus; mas vivimos en un mundo material; un mundo que, sin embargo, apenas comprendemos parcialmente. Todo el conocimiento que acerca de el tenemos, nos llega por medio de nuestros sentidos; pero estos sentidos son imperfectos. Podemos ver los objetos sólidos; usualmente podemos ver los líquidos salvo que estuvieren absolutamente claros; mas los gases, en su mayoría de los casos son invisibles. Las la investigación demuestra que hay otras especies de materia mucho mas imperceptibles que los gases mas tenues, a las cuales no responden nuestros sentidos físicos, de modo que no podemos llegar a conocerlas por medios físicos. Sin embargo, podemos llegar a relacionarnos con ellas; podemos investigarlas, pero únicamente por medio de aquel "cuerpo espiritual" de que se hizo antes referencia; porque aquel tiene sus sentidos así como este los tiene. La mayoría de los hombres no han aprendido a usarlos todavía, pero este poder puede adquirirse por el hombre.
Sabemos que esto puede ser, porque ha sido así adquirido; y los que lo hayan logrado pueden percibir mucho de lo que se oculta a la vista del hombre común. Aprenden que este mundo nuestro es mucho mas maravilloso de lo que
jamás hubiéramos supuesto; que, aun cuando los hombres hayan vivido en el por miles de años, la mayoría quedo totalmente ignorante de toda la parte mas hermosa y superior de su vida. La línea de investigación a que me
refiero ha dado ya muchos resultados maravillosos, y cada día nos ofrece nuevas perspectivas. Este informe puede obtenerse en la literatura teosófica, de la cual nos interesa ahora considerar una parte tan solo, la del nuevo conocimiento que nos ofrece acerca de la vida mas allá de lo que llamamos muerte, y la condición de los que la experimentan.

Lo primero que aprendemos es que la muerte no es el fin de la vida, como ignorantemente hemos presumido, sino meramente el paso de una etapa de vida a otra. Ya he dicho que es como quitarse un sobretodo; pero que, después, el
hombre se encuentra vestido con su acostumbrada ropa interior, el cuerpo espiritual. Pero que, aun cuando por ser tanto mas fino, san Pablo lo llamo el "espiritual", es siempre un cuerpo, y por consiguiente, material, aunque la materia de la cual se compone sea mucho mas fina que cualquiera de las conocidas comúnmente por nosotros. El cuerpo físico sirve al espíritu como medio. Sin ese cuerpo como instrumento no le seria posible comunicarse con este mundo ni recibir impresiones de el. Vemos así que el cuerpo espiritual sirve exactamente para el mismo propósito; el de actuar como intermediario del espíritu con el mundo superior y espiritual. Pero este mundo espiritual no es algo vago, lejano y fuera de alcance; es sencillamente, una parte superior del mundo que actualmente habitamos. Ni por un momento niego que
hay otros mundos mucho mas elevados y mas remotos; estoy afirmando tan solo que lo que comúnmente se llama muerte no tiene nada que ver con ellos, y que es meramente un traspaso de una etapa o condición a otra, en este mundo que todos conocemos. Puede decirse que el hombre que hace tal cambio se vuelve invisible para ti; pero si lo piensas bien, veras que el hombre siempre te ha sido invisible, que lo que acostumbras a mirar era únicamente el cuerpo
que el habitaba. Ahora el habita otro cuerpo mas delicado, el cual se encuentra mas allá de tu vista ordinaria; pero no necesariamente, de modo alguno, fuera de tu alcance.

El primer punto por realizar es el de que, aquellos que llamamos los muertos, no nos han dejado. Hemos sido educados en una creencia compleja, la cual implica que cada muerte es un milagro separado y maravilloso, que cuando el alma abandona el cuerpo se desvanece y entra, de alguna manera, en un cielo mas allá de las estrellas, (sin indicación relativa al medio mecánico de transito empleado para cruzar el aterrador espacio). Los procesos de la naturaleza son, sin duda, maravillosos y, para nosotros, a menudo incomprensibles; pero jamás contrarían a la razón ni al sentido común. Cuando te quitas tu sobretodo en tu casa, no por eso vuelas a la cumbre de una montaña lejana; quedas parado exactamente donde estabas antes, aunque puede ser que presentes una apariencia externa diferente.
Precisamente, del mismo modo, cuando un hombre deja su cuerpo físico, se queda exactamente donde estaba antes. Es cierto que tu no lo ves ya, pero esto no implica que el haya ido a otra parte, sino que el cuerpo que ahora usa es invisible a tus ojos físicos.

Probablemente sabes que nuestros ojos no responden sino en proporción muy pequeña a las vibraciones que existen en la naturaleza, y por consiguiente las únicas sustancias que podemos ver son aquellas que pueden reflejar esas
especiales ondulaciones. La vida de tu "cuerpo espiritual" es igualmente cuestión de respuesta a cierta clase de ondulaciones; pero estas son de orden totalmente distinto de las físicas, proviniendo de un tipo de materia
mucho mas fino. Todo esto, si te interesa, puedes encontrarlo explicado detalladamente en la literatura teosófica.

Por el momento, todo lo que nos concierne entender es que, por medio de tu cuerpo físico, puedes ver y tocar el mundo físico únicamente, mientras que por medio del "cuerpo espiritual" puedes ver y tocar las cosas del mundo
espiritual. Y recuerda que este no es, en sentido alguno, otro mundo, sino sencillamente una parte mas refinada de este mundo. Una vez mas te repito que hay otros mundos, pero que no nos conciernen por ahora. El ser que tu
consideras ausente, en realidad aun esta contigo. Cuando te hallas junto a el, tu en el cuerpo físico y el en su vehículo espiritual, no estas consciente de su presencia porque no lo puedes ver; mas, cuando tu dejas tu cuerpo físico durante el sueño profundo, te juntas a el plena y perfecta conciencia, y tu unión con el es en todos los sentidos tan completa como
antes. De modo que, durante el sueño, te hallas feliz cerca de aquel ser a quien amas; únicamente durante las horas de vigilia es cuando sientes la separación.


Desgraciadamente, para la mayoría de nosotros existe un lapso entre la conciencia física y la conciencia espiritual, de tal suerte que, aun cuando en la ultima podemos recordar perfectamente la primera, muchos encontramos
imposible el traer a la vida de vigilia la memoria de lo que hace el alma cuando, durante el sueño, esta ausente del cuerpo físico. Si tal memoria fuera perfecta para nosotros, no existiría, en verdad, la muerte. Algunos hombres han alcanzado ya esta continuada conciencia, y todos la podrán alcanzar gradualmente, porque es parte del desenvolvimiento natural de los poderes del alma. En muchos, tal desenvolvimiento ha empezado ya, y a estos les llegan fragmentos de memoria; pero hay una tendencia a calificarlos meramente como sueños, y por lo tanto, sin valor, tendencia que prevalece
especialmente entre los que no han hecho estudio de los sueños y no comprenden lo que realmente son. Mas aunque todavía solo unos pocos poseen vista y memoria plena, hay muchos que han podido sentir la presencia de sus
seres amados, aun sin poderlos ver, y hay otros que, aun sin memoria definida, despiertan del reposo con una sensación de paz y bendición, resultante de lo ocurrido en aquel mundo superior.

Recuerda siempre que este es el mundo inferior y aquel el superior, y que en este caso, el mayor contiene en si lo menor. En aquella conciencia recuerdas perfectamente lo que sucede en esta, porque a medida que te transportas de
esta a aquella al sumirte en el sueño, estas desechando un impedimento: el obstáculo del cuerpo inferior; mas al retornar a esta vida inferior, asumes de nuevo esa carga, y al sumirla se te celan de nuevo las facultades superiores y caes en el olvido. Siguiese, pues como consecuencia, que si deseas participar una noticia a un amigo difunto, no tienes mas que
formularla con claridad en tu mente al dormir, con la resolución de decírsela, y puedes tener la seguridad de hacerlo así en cuanto te encuentres con el. Puede que a veces quieras consultarle sobre algún punto, y aquí el hueco entre las dos formas de conciencia te impedirá generalmentetraer una contestación clara. Sin embargo, aunque no pudieras regresar con un recuerdo definido, a menudo despertaras con una impresión bien determinada respecto a su deseo y decisión, y por regla general, podrás suponer que tal impresión es verídica. No obstante, debieras consultarlo lo menos posible, puesto que, como veremos mas adelante, es censurable molestar a los supuestos muertos, en su mundo superior, con asuntos que pertenecen al departamento de esta vida, del cual ellos se han liberado.

Esto nos conduce a la consideración de la vida que llevan los muertos.
Existen en ellas muchas y grandes variaciones; pero, cuando menos, es casi siempre mas dichosa que la vida terrestre. Así lo expresa una escritura antigua: " las almas de los justos quedan en poder de dios, y ningún tormento las tocara. A la vista de los ignorantes parece que murieron, lo que se toma, de nuestro lado, como la destrucción total; pero ellas gozan de la paz". Debemos librarnos de teorías anticuadas; el muerto no salta repentinamente a un cielo imposible ni tampoco cae en un infierno aun mas imposible. En verdad, no existe infierno alguno en el antiguo y malvado sentido de la palabra, y no hay en ninguna parte, ni en ningún sentido, mas infierno que el que el hombre se fabrique para si mismo.

Trata de comprender claramente que la muerte no camina en absoluto al hombre, que este no se convierte súbitamente en un gran santo o un ángel, ni tampoco se le dota repentinamente con toda la sabiduría de las edades; que queda siendo exactamente el mismo hombre el día después de su muerte que lo fuera el día antes, con las mismas emociones, la misma disposición, el mismo desarrollo intelectual. La única diferencia consiste en haber perdido su
cuerpo físico.

Trata de comprender exactamente lo que eso significa: significa la libertad absoluta de poder sustraerse al dolor y la fatiga, también la liberación de todos los deberes fastidiosos, entera libertad (probablemente por la vez primera en su vida) para hacer exactamente lo que le plazca. En la vida física el hombre se encuentra constantemente coartado;
si no constituye parte de la pequeña minoría con medios de vida independiente, estará siempre obligado a trabajar para adquirir dinero, dinero que tiene que poseer para poder comprar alimento, vestido y abrigo para si y para los que dependen de el. En pocos casos excepcionales, tales como los artistas, pintores y músicos, el trabajo del hombre es un goce; pero en la mayoría de los casos es una forma de labor a la que nunca se dedicaría sino por necesidad.

En este mundo espiritual ya no hay necesidad de dinero, de alimento ni abrigo, puesto que su gloria y su hermosura se brindan a todos sus habitantes sin dinero ni precio. En su tenue materia, en el cuerpo espiritual, puede el ser moverse en todas direcciones, como le plazca; si ama el arte, puede gastar todo su tiempo en contemplar las obras magistrales
de los hombres mas prominentes; si fuera músico, podría pasar de una a otra de las principales orquestas del mundo, o gastar su tiempo en escuchar a los mas celebres ejecutantes. Cualquiera que haya sido su goce especial en la
tierra, su gusto favorito, puede dedicarse a el enteramente y proseguirlo al extremo, con la mas amplia libertad, con tal que su goce sea el del intelecto o de las emociones superiores, para gratificación del cual no se necesita la posesión de un cuerpo físico.

Así se vera, de una vez, que todo hombre razonable y de buenas costumbres es infinitamente mas feliz después de la muerte que antes, puesto que tiene tiempo amplio, no solo para el placer, sino para su progreso, realmente
satisfactorio en las líneas que mas le interesan.

¿no habrá, pues, en aquel mundo almas infelices? Si, porque tal vida es necesariamente una secuela de esta, y el hombre queda en todos los conceptos tal cual era antes de abandonar su cuerpo. Si sus goces en este mundo fueron
bajos y groseros, se encontrara en aquel mundo sin poder gratificar tales deseos. Un borracho sufrirá deseos inextinguibles de beber, sin cuerpo ya con el cual apaciguarlos; al glotón le hará falta los placeres de la mesa; el avariento no encontrara oro que amontonar.

El hombre que se ha acostumbrado a ceder en la tierra a las pasiones indignas sentirá que aun le corroen. La persona sensual que aun palpitara con apetencias que ya no pueden satisfechas; el hombre celoso es aun desgarrado por sus celos, tanto mas, cuanto que ya no puede impedir los actos de quien fue objeto de sus celos. Tales personas indudablemente sufren, ( pero únicamente esa clase de seres), únicamente aquellas cuyas tendencias y pasiones fueren groseras y físicas en su naturaleza. Y aun ellas pueden dominas en absoluto su propia suerte; con solo vencer tales
inclinaciones inmediatamente se liberan del sufrimiento que sus impulsos causan. Recuerda siempre que no hay tal castigo; no hay mas que el resultado natural de una causa definida; de modo que solo se necesita remover la causa
y cesa el efecto, no siempre inmediatamente, sino en cuanto la energía de la causa de agota.

Hay muchas personas que habiendo evitado estos vicios notorios, han vivido, sin embargo, lo que puede llamarse vidas mundanas, importándoles, principalmente, la sociedad y sus convencionalismos, pensando únicamente en
el goce propio. Tales personas no pasan por sufrimiento agudo en el mundo espiritual, pero muy a menudo lo consideran insípido y pesado. Pueden juntarse con otras personas de su mismo tipo; pero, generalmente, encuentran
en ellas algo monótono, ya que no puede haber competencia ni en el vestir, ni en la general ostentación; mientras que las personas del tipo mejor y mas inteligentes con quienes desean juntarse actúan, por regla general, de modo
distinto, y les son, por consiguiente casi inaccesibles. Pero, cualquier hombre de intelectualidad racional, o de artísticos sentimientos, se encontrara infinitamente mas feliz fuera de su cuerpo físico que dentro de el; y debe recordarse que es siempre posible que un hombre desarrolle en aquel mundo un interés racional si su discernimiento lo impulsa a ello.

Los artistas e intelectuales son supremamente felices, creo yo, lo son aquellos cuyo interés mas elevado se ha concentrado en la humanidad; aquellos cuyo goce mayor ha sido ayudar, socorrer y enseñar. Porque, si bien
ya no hay en aquel mundo ni pobreza, ni hambre, ni sed, ni frío, hay, sin embargo, dolientes a quienes se puede consolar; ignorantes a quienes se puede enseñar. Justamente porque en los países, occidentales hay tan poco conocimiento del mundo de ultratumba, encontramos en ese mundo muchos que necesitan instrucción respecto a las posibilidades de su nueva vida; y así, uno que sabe, puede ir esparciendo la esperanza y la alegría allá tanto como acá. Pero, recuerda siempre, que los términos "alla" y "aca" se usan en obsequio a nuestra ceguera; puesto que aquel mundo esta aquí, a nuestro alrededor, continuamente, y ni por un momento puede ser considerado como distante o de difícil aproximación.

Se preguntara: ¿nos ven los muertos? ¿oirán lo que decimos? Indudablemente
nos ven en el sentido de que están siempre conscientes de nuestra presencia,
de que saben si somos felices o desdichados, pero no oyen las palabras que
pronunciamos, ni son conscientes, en detalle, de nuestras acciones físicas.
Un momento de pensar nos demostrara cuales son los limites de su poder para
ver. Ellos habitan en lo que hemos llamado el "cuerpo espiritual" un cuerpo
que existe en nosotros, y es aparentemente un duplicado exacto del cuerpo
físico; pero mientras estamos despiertos, nuestra conciencia se enfoca
exclusivamente en el ultimo. Hemos dicho ya, que, así como la materia física
se relaciona solamente con el cuerpo físico, así también la materia del
mundo espiritual es perceptible únicamente por aquel cuerpo superior. Por
consiguiente, lo que el muerto puede ver de nosotros es solamente nuestro
cuerpo espiritual al cual, sin embargo, reconoce fácilmente. Cuando estamos
lo que llamamos dormidos, nuestra conciencia usa ese vehículo, y entonces
estamos despiertos para el muerto; mas cuando transferimos nuestra
conciencia al cuerpo físico, le parece al muerto que dormimos, puesto que si
bien nos mira el aun, ya no le hacemos caso ni podemos comunicarnos con el.
Cuando se duerme alguna persona nos damos perfectamente cuenta de su
presencia, pero por el momento no podemos comunicarnos con ella.
Precisamente igual es la condición de un ser viviente (cuando se halla
despierto), ante los ojos del muerto. Generalmente, por no poder recordar en
vigilia lo visto durante el sueño, sufrimos el engaño de creer que hemos
perdido a nuestro muerto; mas ellos jamás se engañan creyendo habernos
perdido, puesto que continuamente pueden vernos. La única diferencia para
ellos consiste en que nosotros estamos con ellos durante la noche, y
ausentes durante el dia, mientras que cuando habitan con nosotros en la
tierra, sucedía exactamente lo contrario.

Ahora bien, esto que, según san pablo, hemos estado llamando el "cuerpo
espiritual" (se denomina usualmente el cuerpo astral), es especialmente el
vehículo de nuestros sentimiento y emociones; por consiguiente, lo que con
mas claridad se le muestra a los muertos, son nuestras emociones y
sentimientos. Si estamos contentos lo comprenden instantáneamente, aunque no
conozcan la causa de nuestra alegría; si estamos tristes, inmediatamente se
dan cuenta de ellos y comparten nuestra tristeza sin saber la causa de ella.
Todo esto, es por supuesto, durante nuestras horas de vigila; cuando
dormimos, conversan con nosotros como antes acostumbraban en la tierra.
Aquí, en nuestra vida física, podemos disimular nuestros sentimientos; en
aquel mundo superior, esto es imposible porque se hacen visibles
instantáneamente. Como tantos de nuestros sentimientos, la mayoría son muy
perceptibles en aquel mundo; pero el pensamiento abstracto aun queda oculto.

Dirás que todo esto tiene muy poco parecido al cielo y al infierno que nos
describían durante nuestra infancia; sin embargo, resulta que esta es la
realidad que se ocultaba tras de todos aquellos mitos. En verdad, no existe
infierno alguno; no obstante, ya se comprenderá que el borrachón o el
sensualista pueden prepararse para si algo que lo imita con bastante
fidelidad: solo que no es perpetuo; dura únicamente hasta que a ellos se les
agotan los deseos; pueden en cualquier momento terminarlo, si tienen
suficiente fuerza y juicio para dominar tales apetitos terrestres y elevarse
por encima de ellos. Esta es la verdad implícita en la doctrina católica del
purgatorio, la idea de que, después de la muerte, las malas tendencias del
hombre deben extinguirse por medio de cierta cantidad de sufrimiento, antes
de que sea capaz de gozar la gloria del cielo.

Existe una segunda y mas alta etapa de la vida después de la muerte, que
corresponde bastante de cerca de un concepto racional del cielo. Se logra
aquel nivel superior cuando todo anhelo inferior o egoísta haya desaparecido
en absoluto; entonces pasa el hombre a una condición de éxtasis o de suprema
actividad intelectual, según su naturaleza y según las líneas en las cuales
haya fluido su energía durante su vida terrestre. Aquello es para el un
periodo de la mas suprema bienaventuranza, un período de muchísima mayor
comprensión, de mayor aproximación a la realidad. Por esta dicha alcanza a
todos, no solamente a los especialmente piadosos. En modo alguno debe verse
como premio, sino solamente como el inevitable resultado del carácter
cultivado en la vida terrestre. Si un hombre se siente lleno de
desinteresado amor intelectual o artístico, el inevitable resultado de tal
desarrollo será este goce de que hablamos. Que se recuerde que todas estas
no son sino etapas de una vida, y que así como la conducta de un hombre
durante su juventud, le proporciona las condiciones que gobiernan su madurez
y su vejez, así la conducta de un hombre dura una vida terrestre determina
su condición durante tales estados sucesivos. ¿es eterno este estado de
gloria? ( me preguntas). No, porque como he dicho, es el resultado de la
vida terrestre, y una causa finita jamás puede producir un resultado
infinito.

La vida del hombre es mucho más larga y mucho más grande de lo que tu te has
imaginado. La chispa que ha emanado de dios tiene que volver a el; y estamos
todavía muy lejos de esa divina perfección. Todavía se desenvuelve porque la
evolución es la ley de dios, y el hombre crece, despacio y constantemente,
así como todo lo creado. Lo que comúnmente se conceptúa como la vida del
hombre no es, en realidad, sino un dia de su verdadera vida. Tal como en
esta vida ordinaria el hombre se levanta diariamente; se viste y sale a su
trabajo cotidiano, y después, al anochecer, se desnuda para descansar; y
luego, a la mañana siguiente, se levanta para continuar su trabajo en el
punto en que lo dejo, así también cuando el hombre entra a la vida física se
viste del cuerpo físico, y cuando termina su trabajo se quita aquel vestido
una vez mas, en lo que tu llamas la muerte, y pasa al estado de descanso, el
cual he descrito ya; y cuando acaba de descansar, se pone una vez mas el
vestido del cuerpo y sale otra vez, para empezar un nuevo dia de la vida
física, continuando su evolución desde el punto mismo en que la había
dejado. Y esta, su larga vida, dura hasta que alcanza la meta de la
divinidad, conforme al esquema de dios.

Todo esto quizás, sea nuevo para ti; y, porque es nuevo, te suela extraño y
raro. Cuanto queda dicho, sin embargo, es susceptible de prueba y,
efectivamente, ha sido puesto a prueba repetidas veces; pero si lo deseas
estudiar todo esto, tienes que leer la literatura que trata del asunto,
puesto que en un corto folleto, escrito, con un propósito especial, tal como
este, tengo que limitarme a afirmar los hechos sin tratar de aducir las
pruebas.

Podrías preguntar, quizás: ¿ no se apenan los muertos por los que han dejado
en el mundo físico? Efectivamente, algunas veces así sucede, y tal ansiedad
demora su progreso; debemos tratar de evitarles hasta donde sea posible todo
motivo de ella. El muerto debe liberarse eternamente de todo pensamiento
acerca de la vida que dejo atrás, para que pueda dedicarse por entero a la
nueva existencia en la cual ha entrado. Por consiguiente, los que en el
pasado han dependido de su consejo, deberían en adelante pensar por si
mismos, pues si continua la liga mental con el fallecido, el reforzara sus
lazos con el mundo terrestre. El cuidar a los hijos de un muerto resulta una
acción especialmente meritoria, puesto que no solamente beneficia a los
niños, sino también alivia la ansiedad del difunto y lo ayuda en su ascenso.

Si durante su vida se enseñaron al muerto doctrinas necias y blasfemas de
religión, a veces sufre ansiedad con respecto a su propia suerte.
Afortunadamente, hay en el mundo espiritual muchos que se dedican a buscar a
los que padecen tales errores, para liberarlos de ellos mediante una
explicación racional de los hechos. No solamente hay muertos que hacen eso,
sino, también muchos vivos que dedican su tiempo cada noche, durante el
sueño del cuerpo, al servicio de los muertos, tratando de explicarles la
verdad en toda su hermosura. Todo sufrimiento proviene de la ignorancia; al
disipar la ignorancia el sufrimiento desaparece.

Uno de los casos mas tristes de aparente perdida, es cuando un niño deja el
mundo físico, quedando sus padres sumergidos en el dolor. ¿qué sucede a los
niños en aquel mundo espiritual tan extraño y nuevo? De todos los que entran
en el, son ellos, quizás, los mas felices y los que mas satisfechos se
hallan. Recuerda que ellos no pierden a los padres, los hermanos, los
compañeros de juego a quienes amaron; no hacen mas que jugar con ellos
durante lo que llamamos la noche en lugar del dia, de modo que no sienten ni
perdida ni separación. No se les deja solos durante nuestro dia, puesto que
allá como acá, los niños se juntan y juegan en campos eliseos llenos de
raras delicias. Sabemos como goza aquí un niño "figurándose, imaginándose
ser" este u otro personaje histórico, representando el papel principal en
toda clase de maravillosos cuentos de hadas o historias de aventuras. Pues
en la materia mas fina de este mundo superior, los pensamientos toman forma
visible y el niño que se imagina un héroe cualquiera, en el acto asume
temporalmente su semejanza. Si desea un castillo encantado, su pensamiento
puede edificarlo. Si deseara un ejército a sus ordenes, inmediatamente
aparecería dicho ejercito. Así es que entre los muertos, las huestes de los
niños están siempre alegres, y son hasta tumultuosamente felices.

Y aquellos otros niños de distinta disposición, cuyos pensamientos tienden
mas a asuntos religiosos, tampoco dejan ellos jamás de encontrar lo que
anhelan. Porque los ángeles y santos tradicionales existen; no son meras
fantasías piadosas; y quienes los necesitan, los que creen en ellos, son,
con seguridad, hacia ellos atraídos, y los encuentran aun mas bondadosos y
mas gloriosos de lo soñado. Niños hay, que quisieran encontrar a dios mismo,
a dios en forma material; pues bien, ni estos son contrariados, puesto que
aprenden de los preceptores mas dulces y benignos, que todas las formas son
formas de dios, porque el esta en todas partes, y los que quieran servir y
ayudar aun a la mas insignificante de sus criaturas, en verdad sirven y le
ayudan a el. A los niños les encanta ser útiles; les encanta ayudar y
consolar; un amplio campo se les abre para tal ayuda y consuelo entre los
ignorantes en aquel mundo superior, y a medida que pasan por sus anchurosos
campos, en su misión de misericordia y amor, comprenden la verdad de la
hermosa enseñanza: "por cuanto lo has hecho por uno de los menores de estos,
mis hermanos, lo has hecho por mi".

¿ y los recién nacidos? ¿ los que aun no saben jugar? No temas por ellos, porque sobran madres que dejaron su cuerpo físico, las cuales anhelan estrecharlos en sus brazos, recibirlos y amarlos como si fueran propios.
Usualmente, tales pequeñuelos, descansan en el mundo espiritual muy breve tiempo para volver otra vez a la tierra, a menudo con los mismos padres. El monje medioeval invento un horror especialmente cruel respecto a los recién
nacidos; la doctrina de que el pequeñuelo sin bautizar se perdería para siempre. El bautismo es un sacramento digno de confianza, y no sin valor, pero seria muy poco científico imaginarlos que la omisión de una formula externa como esa pudiera afectar el funcionamiento de las eternas leyes de dios, o hacer que el padre celestial trueque su ilimitado amor en tiranía sin piedad.

Hasta aquí hemos hablado tan solo de la posibilidad de alcanzar a los muertos ascendiendo a su nivel durante el sueño, lo cual constituye la manera normal y natural de proceder. Tenemos, también, por supuesto, el método anormal y desnaturalizado del espiritismo, por medio del cual los muertos, por un momento, asumen de nuevo el velo de la carne, haciéndose así una vez mas, visibles a nuestros ojos físicos. Los estudiantes del cultismo no recomiendan este método, particularmente, porque detiene a menudo la evolución del muerto, y parcialmente, porque contiene tanta incertidumbre, y tanta posibilidad de engaño y fingimiento. El asunto es demasiado extenso para poder tratarlo en un folleto como este, pero hay un libro llamado "the other side of death" ( el otro lado de la muerte). En el encontrara también una descripción de ejemplos justificativos de que los muertos espontáneamente vuelven a este mundo inferior, manifestándose de varios modos, generalmente porque quieren algún servicio de nosotros. En tales ºcasos es mejor tratar de averiguar, lo mas pronto que podamos que es lo que anhelan, y si fuera posible, llevar a cabo sus deseos, para que consigan descansar.

Si has podido asimilar lo que ya he dicho, podrás comprender que, por natural que sea que nos aflijamos por la muerte de nuestros seres queridos, tal aflicción siempre es un error y un mal que debemos vencer. No hay por que afligirnos por ellos, puesto que han pasado a una vida infinitamente mas amplia y feliz. Si nos afligimos por nuestra imaginada separación de ellos, en primer lugar lloramos un error, porque en verdad no están alejados; y en segundo, nos portamos con egoísmo, porque estamos pensando mas en nuestra aparente perdida, que en el provecho inmenso y real de aquellos. Debemos esforzarnos en desprendernos totalmente de todo egoísmo, para amar desinteresadamente. Debemos pensar en ellos y no en nosotros, no en lo que deseamos o sentimos, sino únicamente en lo que mas les convenga y mas les ayude para su adelanto.

Si nos desconsolamos, si cedemos a la tristeza y la depresión, formamos una nube negra que les oscurece a ellos el cielo. Su mismo cariño para nosotros, su misma simpatía para nosotros, les expone a esta funesta influencia.
Podemos usar el poder que tal cariño nos da para ayudarles, en lugar de ponerles obstáculos, si tenemos voluntad; pero eso requiere valor y el sacrificio de si mismo. Tenemos que olvidarnos totalmente de nosotros mismos, en el deseo sincero y amoroso de servir en cuanto sea posible a nuestros muertos. Cada pensamiento, cada sentimiento nuestro los influencia; cuidemos, pues, de emitir pensamiento alguno que no sea amplio y útil, noble y purificador.

Si como es probable, ellos sienten alguna ansiedad respecto de nosotros, mantengamos persistente alegría para poder asegurarles que no tienen por que preocuparse. Si durante la vida física carecieron de conocimiento detallado
y verídico acerca de la vida después de la muerte, tratemos inmediatamente de asimilar nosotros mismos tal conocimiento y de llevárselo en nuestras conversaciones nocturnas con ellos; puesto que nuestros pensamientos y
sentimientos se reflejan en los suyos tan fácilmente, cuidamos que siempre sea de los que elevan e inspiran.

Trata de comprender la unidad de todo; hay un solo dios, y todos somos uno en el. Si logramos hacer nuestra la unidad de aquel eterno amor, desaparecerá de nosotros el pesar, porque comprenderemos, tanto respecto de nosotros como de los que amamos, que, vivos o muertos, somos del señor, y que en él vivimos, nos movemos y existimos, sea en este mundo o en el venidero. La actitud de desconsuelo es una actitud impía e ignorante. Cuanto mas conozcamos, mas plena confianza tendremos; porque sentiremos certidumbre completa de que tanto nosotros como nuestro muertos descansamos en el perfecto poder y la perfecta sabiduría, dirigidos por perfecto amor.

Quienes desearen estudiar más ampliamente el asunto así como las enseñanzas teosóficas que tanta luz aportan a la mente y tanta paz a los corazones, encontraran de mucha utilidad los siguientes libros de la literatura teosófica:


A MIS PADRES Y HERMANOS QUE ESTÁN EN LOS CIELOS Y EN LA TIERRA.
POR UNA HUMANIDAD EN QUE BROTEN NUESTRAS SEMILLAS FÉRTILES
POR EL FLORECIMIENTO DE LA SANTA LUZ INEFABLE EN TODOS LOS CORAZONES DE LOS SERES HUMANOS.
FIAT LUX
AMONRA CHILE
UNA LUZ EN VUESTRO CAMINO FELILUXOR
FE Y FELICIDAD EN LA LUZ DE ORO

Por la vida, Por el amor y por la humanidad de Nuestro hogar, nuestro Planeta Tierra. Santiago de Chile, Diciembre 2013