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Hermano:
has
perdido,
por la
muerte,
uno a
quien
amabas
entrañablemente,
uno que
quizás
era para
ti todo
en el
mundo: y
por
consiguiente,
a ti te
parece
aquel
mundo
vacío, y
que la
vida ya
no vale
la pena.
Sientes
que te
abandono
para
siempre
la
alegría;
que para
ti, en
adelante,
la
existencia
no puede
ser sino
tristeza
sin
esperanza;
un
angustioso
anhelo
por
renovar
el "
contacto
de una
mano
desaparecida,
y el
timbre
de una
voz que
se
extinguió".
Estas
pensando
principalmente
acerca
de ti
mismo y
de tu
intolerable
perdida;
pero hay
además
otro
dolor.
Se
agrava
tu
pensar
por la
incertidumbre
respecto
al
estado
actual
del ser
que
amaste;
sientes
que se
ha ido
pero
ignoras
a donde.
Deseas
fervorosamente
que el
este
bien,
mas,
cuando
levantas
los
ojos,
todo lo
encuentras
vacío;
cuando
llamas,
no hay
respuesta;
y, por
consiguiente,
te
sumerges
en la
desesperación
y la
duda, y
formas
una nube
que te
vela el
sol que
jamás se
oculta.
Tu
sentimiento
es
completamente
natural;
yo, que
escribo,
lo
comprendo
perfectamente,
y mi
corazón
esta
lleno de
simpatía
para
todos
los
afligidos
como tu.
Pero
deseo
hacer
algo mas
que
brindarte
ayuda y
alivio.
Tal
ayuda y
alivio
han
llegado
a miles
que
estuvieron
en tu
mismo
triste
caso. ¿
por que
no han
de poder
llegar a
ti
también?.
Dices:
¿como
puede
haber
alivio
ni
esperanza
para mi?
Existe
la
esperanza
de
alivio
para ti
porque
tu pesar
se funda
en un
falso
concepto;
te
afliges
por algo
que
realmente
no ha
sucedido.
Cuando
comprendas
los
hechos
dejaras
de
afligirte.
Contestas:
mi
perdida
es un
hecho
real. ¿
como
podrás
ayudarme
sin
devolverme
al que
murió?
Comprendo
perfectamente
tu
sentimiento,
sin
embargo,
ten un
poco de
paciencia
conmigo,
y trata
de
asimilarte
tres
principales
premisas,
las que
me
propongo
presentarte;
primero
meramente
como
afirmaciones
generales,
y
después
en
detalle
convencedor.
1.- tu
perdida
es
solamente
un hecho
aparente,
es
aparente
solo
desde el
aspecto
en que
tu la
ves.
Deseo
llevarte
a otro
punto de
mira. Tu
desconsuelo
es el
resultado
de un
gran
engaño;
de la
ignorancia
de las
leyes
de la
naturaleza;
permíteme
ayudarte
en el
camino
hacia el
consentimiento
por
medio de
la
explicación
de una
pocas y
sencillas
verdades
la
cuales
podrás
estudiar
mas
ampliamente
a
voluntad.2.-
pierde
todo
desasosiego
e
incertidumbre
respecto
al
estado
del ser
que
amas;
porque
la vida
después
de la
muerte
ya dejo
de ser
un
misterio.
El mundo
mas allá
de la
tumba
existe
bajo las
mismas
leyes
naturales
propias
de este
que
conocemos,
y ha
sido
explorado
con
científica
precisión.
3.- no
debes
afligirte,
porque
tu
desconsuelo
hace
daño a
tu
amado.
Con que
solo
logres
abrir tu
mente a
la
verdad,
ya no te
afligirás
mas.
Pensaras,
tal vez,
que
estas
simples
conjeturas;
mas
permíteme
preguntarte:
¿qué
bases
tienes
para tu
actual
creencia
al
respecto,
sea cual
fuere?
Supones
que
debes
tener
tal
creencia
porque
la
enseña
alguna
iglesia
o porque
se la
considera
fundada
en lo
escrito
en algún
libro
sagrado,
o porque
es la
creencia
general
de los
que te
rodean;
la
aceptada
opinión
de tu
época.
Mas si
procuras
librar
tu mente
en
preceptos,
veras
que esas
opiniones
también
descansan
en una
mera
afirmación,
puesto
que las
iglesias
enseñan
dogmas
distintos,
y las
palabras
del
libro
sagrado
pueden
ser y
han sido
interpretadas
de
diferentes
maneras.
El dogma
aceptado
de tu
época,
no se
basa en
conocimiento
exacto
alguno;
es
sencillamente
cosas de
oídas:
estos
asuntos
que nos
afectan
tan
intima y
profundamente,
son
demasiados
trascendentales
para
basarlos
en meras
conjeturas
o en
vagas
creencias:
exigen
la
certeza
que se
desprende
de la
investigación
científica
y la
clasificación.
Ya se ha
emprendido
tal
investigación,
se ha
efectuado
tal
clasificación;
y el
resultado
de una y
otra es
el deseo
poner
ante tu
vista.
No pido
creencia
ciega
alguna;
relato
lo que
yo mismo
conozco
como
hechos
evidentes
y te
invito a
examinarlos.
Consideremos
una por
una
estas
premisas.
Para
aclararte
el
asunto
de la
constitución
del
hombre,
debo
decirte
un poco
mas de
lo que
generalmente
conocen
aquellos
que no
han
hecho
estudio
especial
de la
materia.
Has oído
decir,
vagamente,
que el
hombre
posee un
algo
inmortal
que se
llama
alma, la
cual se
supone
que
sobrevive
a la
muerte
del
cuerpo.
Quiero
que
deseches
esa
vaguedad,
y que
comprendas
que, aun
siendo
cierto
el
concepto,
es un
aserto
de los
hechos
muy
restringido.
No
digas:
"considero
que
tengo
alma".
Porque
esa es
la pura
verdad;
el
hombre
es un
alma, y
tiene
cuerpo.
El
cuerpo
no es el
hombre.
Lo que
tu
llamas
la
muerte
no es
sino el
acto de
despojarse
de una
vestidura
inservible,
y esto
no
implicaría
el fin
tuyo
quitarte
el
sobretodo.
Por
consiguiente,
no has
perdido
a tu
amigo:
solamente
has
perdido
de vista
el
abrigo
en el
cual
acostumbrabas
verlo
envuelto.
El
abrigo
se fue,
mas no
el
hombre
que lo
vestía;
seguramente,
es el
hombre
lo que
tu
amabas,
y no su
vestidura.
Antes de que
puedas entender
las condiciones
de tu amigo,
precisa que
comprendas la
tuya. Has un
esfuerzo para
asimilarte el
hecho de que tu
eres
un ser inmortal;
inmortal, porque
en esencia eres
divino, porque
eres una
chispa del mismo
fuego de dios;
que has vivido
por largas
edades antes de
vestir este
ropaje que
llamas cuerpo; y
que vivirás por
muchas edades
después que el
se haya desecho
en polvo. "dios
hizo al hombre a
su imagen y
semejanza". Esto
no es una
adivinanza o una
creencia
piadosa; es un
hecho
científico
definido,
susceptible de
prueba, como
podrías verlo
por medio de
la literatura
sobre el
particular, si
te tomaras el
trabajo de
leerla.[1]
Lo que has
considerado como
tu vida es en
realidad un solo
día de tu
verdadera vida
como alma, cosa
igualmente
cierta respecto
de tu amado, por
consiguiente el
no esta muerto;
es únicamente su
cuerpo lo que se
desecho.
Sin embargo, no
por esto
debieras pensar
de el como de un
mero aliento sin
cuerpo, o de
manera alguna
sea menos el
mismo de lo que
antes era. Como
afirmo San Pablo
hace mucho
tiempo: "hay un
cuerpo natural,
y hay un cuerpo
espiritual". La
gente entiende
mal esa
observación,
porque considera
estos
cuerpos como
sucesivos, y no
comprende que
todos nosotros
poseemos el uno
y
el otro, aun
ahora. Tu, que
lees esto,
posees tanto un
cuerpo "natural"
o
físico, el cual
puedes ver, como
otro cuerpo
interno, que no
puedes ver: el
que llamaba san
pablo
"espiritual". Y
cuando desechas
el físico, aun
retienes aquel y
mas fino
vehículo, quedas
revestido de tu
"cuerpo
espiritual". Sin
simbolismos el
cuerpo físico
como un
sobretodo o
abrigo, podemos
pensar de este
cuerpo
espiritual como
de la ropa
interior que el
hombre viste
debajo de esta
vestidura
externa.
Si esa idea ya
te aclara,
avancemos otro
paso. No es,
solamente, en lo
que
llamas muerte
donde desechas
aquel sobretodo
de materia
densa; cada
noche,
al dormir, te
separas de el
por un rato, y
andas vagando
por el mundo en
tu
cuerpo
espiritual,
invisible, con
respecto a este
mundo denso,
pero
claramente
visible para
aquellos amigos
que estuvieren
usando, a la
vez, sus
cuerpos
espirituales;
porque cada
cuerpo ve
únicamente
aquello que esta
en
su propio nivel.
Tu cuerpo físico
ve solamente
otros cuerpos
físicos; tu
cuerpo
espiritual ve
solamente otros
cuerpos
espirituales.
Cuando vuelves a
ponerte tu
sobretodo, es
decir cuando
vuelves a tu
cuerpo mas
denso, y
despiertas a
esta mundo
inferior, suele
suceder que
tienes algún
recuerdo,
aunque
generalmente muy
embrollado, de
lo que has visto
cuando estuviste
en
otra parte, y lo
llamas un sueño
vivido. Por
tanto, puedes
describirse el
sueño como una
especie de
muerte temporal,
consistiendo la
diferencia en
que
no te separas de
tu sobretodo de
modo tan radical
que quedes
impedido de
volver a
ponértelo. Queda
igualmente
demostrado que,
cuando duermes,
entras
a la misma
condición por la
cual ha pasado
el ser amado por
ti. Ahora
procederé a
explicarte cual
es esa
condición. |
Han corrido
muchas teorías
respecto a la
vida después de
la muerte, casi
todas ellas
basadas en
falsas
comprensiones de
las antiguas
escrituras. En
un tiempo se
aceptaba, casi
universalmente
en Europa, el
horrible dogma
de
lo que se
llamaba
sempiterno
castigo, ahora,
ya nadie, fuera
de los mas
rematadamente
ignorantes, cree
en el. Fue
basado en una
mala traducción
de
ciertas palabras
atribuidas al
cristo, y
mantenido por
los monjes
medievales
como un
espantajo
conveniente con
asustar a las
masas ignorantes
para que se
portaran bien. A
medida que el
mundo avanza en
la civilización,
empezaron
los hombres a
comprender que
tal dogma era no
solo blasfemo,
sino ridículo.
Los
religionistas
modernos lo han
reemplazado, por
consiguiente,
por
sugestiones algo
mas sanas; pero
generalmente
vagas y
enteramente
apartadas
de la sencillez
de la verdad.
Todas las
iglesias han
complicado sus
doctrinas,
porque
insistieron en
empezar con lo
absurdo e
infundado dogma
de
una cruel e
iracunda deidad,
la cual se
complacía en
hacer daño a su
pueblo.
Ellas importaron
esta espantosa
doctrina del
primitivo
judaísmo, en
lugar de
aceptar la
enseñanza del
cristo de que
dios es un padre
amoroso. La
gente
que ha podido
asimilarse el
hecho
fundamental de
que dios es
amor, y que su
universo se
gobierna por
medio de leyes
sabias y
eternas, ha
empezado a
darse cuenta de
que estas leyes
deben
obedecerse,
tanto en el
mundo de mas
allá de la tumba
como en este.
Pero aun son
vagas tales
creencias. Nos
hablan de un
lejano cielo, de
un dia de juicio
en el remoto
provenir; pero
nos informan
poco respecto de
lo que sucede
aquí, y ahora.
Los que enseñan,
ni pretenden
tener
experiencia
personal alguna
de las
condiciones que
reina
después de la
muerte. No nos
dicen lo que
ellos mismos
saben, sino
solamente
lo que han oído
de otros. ¿ como
podrán
satisfacernos
eso?La verdad es que
ya paso el dia
de la creencia
ciega. Hemos
llegado a la era
del conocimiento
científico, y ya
las ideas que
carecen de razón
y sentido
común son
inaceptables. No
existe razón
alguna para que
los métodos de
la
ciencia no se
apliquen a la
elucidación de
problemas que en
otros días se
dejaban
enteramente a la
religión; en
verdad, tales
métodos se han
aplicado
por la sociedad
teosófica y la
"sociedad para
la investigación
psíquica"; y
es el resultado
de estas
investigaciones,
hechas con
espíritu
científico, el
que deseo
expresarte
ahora.
Somos espíritus;
mas vivimos en
un mundo
material; un
mundo que, sin
embargo, apenas
comprendemos
parcialmente.
Todo el
conocimiento que
acerca
de el tenemos,
nos llega por
medio de
nuestros
sentidos; pero
estos sentidos
son imperfectos.
Podemos ver los
objetos sólidos;
usualmente
podemos ver los
líquidos salvo
que estuvieren
absolutamente
claros; mas los
gases, en su
mayoría de los
casos son
invisibles. Las
la investigación
demuestra que
hay
otras especies
de materia mucho
mas
imperceptibles
que los gases
mas tenues,
a las cuales no
responden
nuestros
sentidos
físicos, de modo
que no podemos
llegar a
conocerlas por
medios físicos.
Sin embargo,
podemos llegar a
relacionarnos
con ellas;
podemos
investigarlas,
pero únicamente
por medio de
aquel "cuerpo
espiritual" de
que se hizo
antes
referencia;
porque aquel
tiene sus
sentidos así
como este los
tiene. La
mayoría de los
hombres no han
aprendido a
usarlos todavía,
pero este poder
puede adquirirse
por el hombre.
Sabemos que esto
puede ser,
porque ha sido
así adquirido; y
los que lo hayan
logrado pueden
percibir mucho
de lo que se
oculta a la
vista del hombre
común. Aprenden
que este mundo
nuestro es mucho
mas maravilloso
de lo que
jamás hubiéramos
supuesto; que,
aun cuando los
hombres hayan
vivido en el
por miles de
años, la mayoría
quedo totalmente
ignorante de
toda la parte
mas hermosa y
superior de su
vida. La línea
de investigación
a que me
refiero ha dado
ya muchos
resultados
maravillosos, y
cada día nos
ofrece
nuevas
perspectivas.
Este informe
puede obtenerse
en la literatura
teosófica, de la
cual nos
interesa ahora
considerar una
parte tan solo,
la
del nuevo
conocimiento que
nos ofrece
acerca de la
vida mas allá de
lo que
llamamos muerte,
y la condición
de los que la
experimentan.
Lo primero que
aprendemos es
que la muerte no
es el fin de la
vida, como
ignorantemente
hemos presumido,
sino meramente
el paso de una
etapa de vida
a otra. Ya he
dicho que es
como quitarse un
sobretodo; pero
que, después, el
hombre se
encuentra
vestido con su
acostumbrada
ropa interior,
el cuerpo
espiritual. Pero
que, aun cuando
por ser tanto
mas fino, san
Pablo lo llamo
el
"espiritual", es
siempre un
cuerpo, y por
consiguiente,
material, aunque
la
materia de la
cual se compone
sea mucho mas
fina que
cualquiera de
las
conocidas
comúnmente por
nosotros. El
cuerpo físico
sirve al
espíritu como
medio. Sin ese
cuerpo como
instrumento no
le seria posible
comunicarse con
este mundo ni
recibir
impresiones de
el. Vemos así
que el cuerpo
espiritual
sirve
exactamente para
el mismo
propósito; el de
actuar como
intermediario
del espíritu con
el mundo
superior y
espiritual. Pero
este mundo
espiritual
no es algo vago,
lejano y fuera
de alcance; es
sencillamente,
una parte
superior del
mundo que
actualmente
habitamos. Ni
por un momento
niego que
hay otros mundos
mucho mas
elevados y mas
remotos; estoy
afirmando tan
solo
que lo que
comúnmente se
llama muerte no
tiene nada que
ver con ellos, y
que
es meramente un
traspaso de una
etapa o
condición a
otra, en este
mundo que
todos conocemos.
Puede decirse
que el hombre
que hace tal
cambio se vuelve
invisible para
ti; pero si lo
piensas bien,
veras que el
hombre siempre
te
ha sido
invisible, que
lo que
acostumbras a
mirar era
únicamente el
cuerpo
que el habitaba.
Ahora el habita
otro cuerpo mas
delicado, el
cual se
encuentra mas
allá de tu vista
ordinaria; pero
no
necesariamente,
de modo
alguno, fuera de
tu alcance.
El primer punto
por realizar es
el de que,
aquellos que
llamamos los
muertos, no nos
han dejado.
Hemos sido
educados en una
creencia
compleja, la
cual implica que
cada muerte es
un milagro
separado y
maravilloso, que
cuando el alma
abandona el
cuerpo se
desvanece y
entra, de alguna
manera, en
un cielo mas
allá de las
estrellas, (sin
indicación
relativa al
medio
mecánico de
transito
empleado para
cruzar el
aterrador
espacio). Los
procesos de la
naturaleza son,
sin duda,
maravillosos y,
para nosotros, a
menudo
incomprensibles;
pero jamás
contrarían a la
razón ni al
sentido
común. Cuando te
quitas tu
sobretodo en tu
casa, no por eso
vuelas a la
cumbre de una
montaña lejana;
quedas parado
exactamente
donde estabas
antes,
aunque puede ser
que presentes
una apariencia
externa
diferente.
Precisamente,
del mismo modo,
cuando un hombre
deja su cuerpo
físico, se
queda
exactamente
donde estaba
antes. Es cierto
que tu no lo ves
ya, pero
esto no implica
que el haya ido
a otra parte,
sino que el
cuerpo que ahora
usa es invisible
a tus ojos
físicos.
Probablemente
sabes que
nuestros ojos no
responden sino
en proporción
muy
pequeña a las
vibraciones que
existen en la
naturaleza, y
por consiguiente
las únicas
sustancias que
podemos ver son
aquellas que
pueden reflejar
esas
especiales
ondulaciones. La
vida de tu
"cuerpo
espiritual" es
igualmente
cuestión de
respuesta a
cierta clase de
ondulaciones;
pero estas son
de
orden totalmente
distinto de las
físicas,
proviniendo de
un tipo de
materia
mucho mas fino.
Todo esto, si te
interesa, puedes
encontrarlo
explicado
detalladamente
en la literatura
teosófica.
Por el momento,
todo lo que nos
concierne
entender es que,
por medio de tu
cuerpo físico,
puedes ver y
tocar el mundo
físico
únicamente,
mientras que
por medio del
"cuerpo
espiritual"
puedes ver y
tocar las cosas
del mundo
espiritual. Y
recuerda que
este no es, en
sentido alguno,
otro mundo, sino
sencillamente
una parte mas
refinada de este
mundo. Una vez
mas te repito
que hay otros
mundos, pero que
no nos
conciernen por
ahora. El ser
que tu
consideras
ausente, en
realidad aun
esta contigo.
Cuando te hallas
junto a
el, tu en el
cuerpo físico y
el en su
vehículo
espiritual, no
estas
consciente de su
presencia porque
no lo puedes
ver; mas, cuando
tu dejas tu
cuerpo físico
durante el sueño
profundo, te
juntas a el
plena y perfecta
conciencia, y tu
unión con el es
en todos los
sentidos tan
completa como
antes. De modo
que, durante el
sueño, te hallas
feliz cerca de
aquel ser a
quien amas;
únicamente
durante las
horas de vigilia
es cuando
sientes la
separación.
Desgraciadamente,
para la mayoría
de nosotros
existe un lapso
entre la
conciencia
física y la
conciencia
espiritual, de
tal suerte que,
aun cuando
en la ultima
podemos recordar
perfectamente la
primera, muchos
encontramos
imposible el
traer a la vida
de vigilia la
memoria de lo
que hace el alma
cuando, durante
el sueño, esta
ausente del
cuerpo físico.
Si tal memoria
fuera perfecta
para nosotros,
no existiría, en
verdad, la
muerte. Algunos
hombres han
alcanzado ya
esta continuada
conciencia, y
todos la podrán
alcanzar
gradualmente,
porque es parte
del
desenvolvimiento
natural de los
poderes del
alma. En muchos,
tal
desenvolvimiento
ha empezado ya,
y a estos
les llegan
fragmentos de
memoria; pero
hay una
tendencia a
calificarlos
meramente como
sueños, y por lo
tanto, sin
valor, tendencia
que prevalece
especialmente
entre los que no
han hecho
estudio de los
sueños y no
comprenden lo
que realmente
son. Mas aunque
todavía solo
unos pocos
poseen
vista y memoria
plena, hay
muchos que han
podido sentir la
presencia de sus
seres amados,
aun sin poderlos
ver, y hay otros
que, aun sin
memoria
definida,
despiertan del
reposo con una
sensación de paz
y bendición,
resultante de lo
ocurrido en
aquel mundo
superior.
Recuerda siempre
que este es el
mundo inferior y
aquel el
superior, y que
en
este caso, el
mayor contiene
en si lo menor.
En aquella
conciencia
recuerdas
perfectamente lo
que sucede en
esta, porque a
medida que te
transportas de
esta a aquella
al sumirte en el
sueño, estas
desechando un
impedimento: el
obstáculo del
cuerpo inferior;
mas al retornar
a esta vida
inferior, asumes
de nuevo esa
carga, y al
sumirla se te
celan de nuevo
las facultades
superiores y
caes en el
olvido.
Siguiese, pues
como
consecuencia,
que si
deseas
participar una
noticia a un
amigo difunto,
no tienes mas
que
formularla con
claridad en tu
mente al dormir,
con la
resolución de
decírsela, y
puedes tener la
seguridad de
hacerlo así en
cuanto te
encuentres con
el. Puede que a
veces quieras
consultarle
sobre algún
punto,
y aquí el hueco
entre las dos
formas de
conciencia te
impedirá
generalmentetraer una
contestación
clara. Sin
embargo, aunque
no pudieras
regresar con
un recuerdo
definido, a
menudo
despertaras con
una impresión
bien
determinada
respecto a su
deseo y
decisión, y por
regla general,
podrás
suponer que tal
impresión es
verídica. No
obstante,
debieras
consultarlo lo
menos posible,
puesto que, como
veremos mas
adelante, es
censurable
molestar
a los supuestos
muertos, en su
mundo superior,
con asuntos que
pertenecen al
departamento de
esta vida, del
cual ellos se
han liberado.
Esto nos conduce
a la
consideración de
la vida que
llevan los
muertos.
Existen en ellas
muchas y grandes
variaciones;
pero, cuando
menos, es casi
siempre mas
dichosa que la
vida terrestre.
Así lo expresa
una escritura
antigua: " las
almas de los
justos quedan en
poder de dios, y
ningún
tormento las
tocara. A la
vista de los
ignorantes
parece que
murieron, lo
que se toma, de
nuestro lado,
como la
destrucción
total; pero
ellas gozan de
la paz". Debemos
librarnos de
teorías
anticuadas; el
muerto no salta
repentinamente a
un cielo
imposible ni
tampoco cae en
un infierno aun
mas
imposible. En
verdad, no
existe infierno
alguno en el
antiguo y
malvado
sentido de la
palabra, y no
hay en ninguna
parte, ni en
ningún sentido,
mas
infierno que el
que el hombre se
fabrique para si
mismo.
Trata de
comprender
claramente que
la muerte no
camina en
absoluto al
hombre, que este
no se convierte
súbitamente en
un gran santo o
un ángel, ni
tampoco se le
dota
repentinamente
con toda la
sabiduría de las
edades; que
queda siendo
exactamente el
mismo hombre el
día después de
su muerte que lo
fuera el día
antes, con las
mismas
emociones, la
misma
disposición, el
mismo
desarrollo
intelectual. La
única diferencia
consiste en
haber perdido su
cuerpo físico.
Trata de
comprender
exactamente lo
que eso
significa:
significa la
libertad
absoluta de
poder sustraerse
al dolor y la
fatiga, también la
liberación de
todos los
deberes
fastidiosos,
entera libertad
(probablemente
por la vez
primera en su
vida) para hacer
exactamente lo
que
le plazca. En la
vida física el
hombre se
encuentra
constantemente
coartado;
si no constituye
parte de la
pequeña minoría
con medios de
vida
independiente,
estará siempre
obligado a
trabajar para
adquirir dinero,
dinero que tiene
que poseer para
poder comprar
alimento,
vestido y abrigo
para si y para
los que dependen
de el. En pocos
casos
excepcionales,
tales
como los
artistas,
pintores y
músicos, el
trabajo del
hombre es un
goce;
pero en la
mayoría de los
casos es una
forma de labor a
la que nunca se
dedicaría sino
por necesidad.
En este mundo
espiritual ya no
hay necesidad de
dinero, de
alimento ni
abrigo, puesto
que su gloria y
su hermosura se
brindan a todos
sus
habitantes sin
dinero ni
precio. En su
tenue materia,
en el cuerpo
espiritual,
puede el ser
moverse en todas
direcciones,
como le plazca;
si
ama el arte,
puede gastar
todo su tiempo
en contemplar
las obras
magistrales
de los hombres
mas prominentes;
si fuera músico,
podría pasar de
una a otra
de las
principales
orquestas del
mundo, o gastar
su tiempo en
escuchar a los
mas celebres
ejecutantes.
Cualquiera que
haya sido su
goce especial en
la
tierra, su gusto
favorito, puede
dedicarse a el
enteramente y
proseguirlo al
extremo, con la
mas amplia
libertad, con
tal que su goce
sea el del
intelecto o de
las emociones
superiores, para
gratificación
del cual no se
necesita la
posesión de un
cuerpo físico.
Así se vera, de
una vez, que
todo hombre
razonable y de
buenas
costumbres es
infinitamente
mas feliz
después de la
muerte que
antes, puesto
que tiene
tiempo amplio,
no solo para el
placer, sino
para su
progreso,
realmente
satisfactorio en
las líneas que
mas le
interesan.
¿no habrá, pues,
en aquel mundo
almas infelices?
Si, porque tal
vida es
necesariamente
una secuela de
esta, y el
hombre queda en
todos los
conceptos
tal cual era
antes de
abandonar su
cuerpo. Si sus
goces en este
mundo fueron
bajos y
groseros, se
encontrara en
aquel mundo sin
poder gratificar
tales
deseos. Un
borracho sufrirá
deseos
inextinguibles
de beber, sin
cuerpo ya
con el cual
apaciguarlos; al
glotón le hará
falta los
placeres de la
mesa;
el avariento no
encontrara oro
que amontonar.
El hombre que se
ha acostumbrado
a ceder en la
tierra a las
pasiones
indignas sentirá
que aun le
corroen. La
persona sensual
que aun
palpitara
con apetencias
que ya no pueden
satisfechas; el
hombre celoso es
aun
desgarrado por
sus celos, tanto
mas, cuanto que
ya no puede
impedir los
actos de quien
fue objeto de
sus celos. Tales
personas
indudablemente
sufren, ( pero
únicamente esa
clase de seres),
únicamente
aquellas cuyas
tendencias y
pasiones fueren
groseras y
físicas en su
naturaleza. Y
aun
ellas pueden
dominas en
absoluto su
propia suerte;
con solo vencer
tales
inclinaciones
inmediatamente
se liberan del
sufrimiento que
sus impulsos
causan. Recuerda
siempre que no
hay tal castigo;
no hay mas que
el resultado
natural de una
causa definida;
de modo que solo
se necesita
remover la causa
y cesa el
efecto, no
siempre
inmediatamente,
sino en cuanto
la energía de la
causa de agota.
Hay muchas
personas que
habiendo evitado
estos vicios
notorios, han
vivido,
sin embargo, lo
que puede
llamarse vidas
mundanas,
importándoles,
principalmente,
la sociedad y
sus
convencionalismos,
pensando
únicamente en
el goce propio.
Tales personas
no pasan por
sufrimiento
agudo en el
mundo
espiritual, pero
muy a menudo lo
consideran
insípido y
pesado. Pueden
juntarse con
otras personas
de su mismo
tipo; pero,
generalmente,
encuentran
en ellas algo
monótono, ya que
no puede haber
competencia ni
en el vestir,
ni en la general
ostentación;
mientras que las
personas del
tipo mejor y mas
inteligentes con
quienes desean
juntarse actúan,
por regla
general, de modo
distinto, y les
son, por
consiguiente
casi
inaccesibles.
Pero, cualquier
hombre de
intelectualidad
racional, o de
artísticos
sentimientos, se
encontrara
infinitamente
mas feliz fuera
de su cuerpo
físico que
dentro de
el; y debe
recordarse que
es siempre
posible que un
hombre
desarrolle en
aquel mundo un
interés racional
si su
discernimiento
lo impulsa a
ello.
Los artistas e
intelectuales
son supremamente
felices, creo
yo, lo son
aquellos cuyo
interés mas
elevado se ha
concentrado en
la humanidad;
aquellos cuyo
goce mayor ha
sido ayudar,
socorrer y
enseñar. Porque,
si bien
ya no hay en
aquel mundo ni
pobreza, ni
hambre, ni sed,
ni frío, hay,
sin
embargo,
dolientes a
quienes se puede
consolar;
ignorantes a
quienes se
puede enseñar.
Justamente
porque en los
países,
occidentales hay
tan poco
conocimiento del
mundo de
ultratumba,
encontramos en
ese mundo muchos
que
necesitan
instrucción
respecto a las
posibilidades de
su nueva vida; y
así,
uno que sabe,
puede ir
esparciendo la
esperanza y la
alegría allá
tanto como
acá. Pero,
recuerda
siempre, que los
términos "alla"
y "aca" se usan
en
obsequio a
nuestra ceguera;
puesto que aquel
mundo esta aquí,
a nuestro
alrededor,
continuamente, y
ni por un
momento puede
ser considerado
como
distante o de
difícil
aproximación.
Se preguntara:
¿nos ven los
muertos? ¿oirán
lo que decimos?
Indudablemente
nos ven en el
sentido de que
están siempre
conscientes de
nuestra
presencia,
de que saben si
somos felices o
desdichados,
pero no oyen las
palabras que
pronunciamos, ni
son conscientes,
en detalle, de
nuestras
acciones
físicas.
Un momento de
pensar nos
demostrara
cuales son los
limites de su
poder para
ver. Ellos
habitan en lo
que hemos
llamado el
"cuerpo
espiritual" un
cuerpo
que existe en
nosotros, y es
aparentemente un
duplicado exacto
del cuerpo
físico; pero
mientras estamos
despiertos,
nuestra
conciencia se
enfoca
exclusivamente
en el ultimo.
Hemos dicho ya,
que, así como la
materia física
se relaciona
solamente con el
cuerpo físico,
así también la
materia del
mundo espiritual
es perceptible
únicamente por
aquel cuerpo
superior. Por
consiguiente, lo
que el muerto
puede ver de
nosotros es
solamente
nuestro
cuerpo
espiritual al
cual, sin
embargo,
reconoce
fácilmente.
Cuando estamos
lo que llamamos
dormidos,
nuestra
conciencia usa
ese vehículo, y
entonces
estamos
despiertos para
el muerto; mas
cuando
transferimos
nuestra
conciencia al
cuerpo físico,
le parece al
muerto que
dormimos, puesto
que si
bien nos mira el
aun, ya no le
hacemos caso ni
podemos
comunicarnos con
el.
Cuando se duerme
alguna persona
nos damos
perfectamente
cuenta de su
presencia, pero
por el momento
no podemos
comunicarnos con
ella.
Precisamente
igual es la
condición de un
ser viviente
(cuando se halla
despierto), ante
los ojos del
muerto.
Generalmente,
por no poder
recordar en
vigilia lo visto
durante el
sueño, sufrimos
el engaño de
creer que hemos
perdido a
nuestro muerto;
mas ellos jamás
se engañan
creyendo
habernos
perdido, puesto
que
continuamente
pueden vernos.
La única
diferencia para
ellos consiste
en que nosotros
estamos con
ellos durante la
noche, y
ausentes durante
el dia, mientras
que cuando
habitan con
nosotros en la
tierra, sucedía
exactamente lo
contrario.
Ahora bien, esto
que, según san
pablo, hemos
estado llamando
el "cuerpo
espiritual" (se
denomina
usualmente el
cuerpo astral),
es especialmente
el
vehículo de
nuestros
sentimiento y
emociones; por
consiguiente, lo
que con
mas claridad se
le muestra a los
muertos, son
nuestras
emociones y
sentimientos. Si
estamos
contentos lo
comprenden
instantáneamente,
aunque no
conozcan la
causa de nuestra
alegría; si
estamos tristes,
inmediatamente
se
dan cuenta de
ellos y
comparten
nuestra tristeza
sin saber la
causa de ella.
Todo esto, es
por supuesto,
durante nuestras
horas de vigila;
cuando
dormimos,
conversan con
nosotros como
antes
acostumbraban en
la tierra.
Aquí, en nuestra
vida física,
podemos
disimular
nuestros
sentimientos; en
aquel mundo
superior, esto
es imposible
porque se hacen
visibles
instantáneamente.
Como tantos de
nuestros
sentimientos, la
mayoría son muy
perceptibles en
aquel mundo;
pero el
pensamiento
abstracto aun
queda oculto.
Dirás que todo
esto tiene muy
poco parecido al
cielo y al
infierno que nos
describían
durante nuestra
infancia; sin
embargo, resulta
que esta es la
realidad que se
ocultaba tras de
todos aquellos
mitos. En
verdad, no
existe
infierno alguno;
no obstante, ya
se comprenderá
que el borrachón
o el
sensualista
pueden
prepararse para
si algo que lo
imita con
bastante
fidelidad: solo
que no es
perpetuo; dura
únicamente hasta
que a ellos se
les
agotan los
deseos; pueden
en cualquier
momento
terminarlo, si
tienen
suficiente
fuerza y juicio
para dominar
tales apetitos
terrestres y
elevarse
por encima de
ellos. Esta es
la verdad
implícita en la
doctrina
católica del
purgatorio, la
idea de que,
después de la
muerte, las
malas tendencias
del
hombre deben
extinguirse por
medio de cierta
cantidad de
sufrimiento,
antes
de que sea capaz
de gozar la
gloria del
cielo.
Existe una
segunda y mas
alta etapa de la
vida después de
la muerte, que
corresponde
bastante de
cerca de un
concepto
racional del
cielo. Se logra
aquel nivel
superior cuando
todo anhelo
inferior o
egoísta haya
desaparecido
en absoluto;
entonces pasa el
hombre a una
condición de
éxtasis o de
suprema
actividad
intelectual,
según su
naturaleza y
según las líneas
en las cuales
haya fluido su
energía durante
su vida
terrestre.
Aquello es para
el un
periodo de la
mas suprema
bienaventuranza,
un período de
muchísima mayor
comprensión, de
mayor
aproximación a
la realidad. Por
esta dicha
alcanza a
todos, no
solamente a los
especialmente
piadosos. En
modo alguno debe
verse
como premio,
sino solamente
como el
inevitable
resultado del
carácter
cultivado en la
vida terrestre.
Si un hombre se
siente lleno de
desinteresado
amor intelectual
o artístico, el
inevitable
resultado de tal
desarrollo será
este goce de que
hablamos. Que se
recuerde que
todas estas
no son sino
etapas de una
vida, y que así
como la conducta
de un hombre
durante su
juventud, le
proporciona las
condiciones que
gobiernan su
madurez
y su vejez, así
la conducta de
un hombre dura
una vida
terrestre
determina
su condición
durante tales
estados
sucesivos. ¿es
eterno este
estado de
gloria? ( me
preguntas). No,
porque como he
dicho, es el
resultado de la
vida terrestre,
y una causa
finita jamás
puede producir
un resultado
infinito.
La vida del
hombre es mucho
más larga y
mucho más grande
de lo que tu te
has
imaginado. La
chispa que ha
emanado de dios
tiene que volver
a el; y estamos
todavía muy
lejos de esa
divina
perfección.
Todavía se
desenvuelve
porque la
evolución es la
ley de dios, y
el hombre crece,
despacio y
constantemente,
así como todo lo
creado. Lo que
comúnmente se
conceptúa como
la vida del
hombre no es, en
realidad, sino
un dia de su
verdadera vida.
Tal como en
esta vida
ordinaria el
hombre se
levanta
diariamente; se
viste y sale a
su
trabajo
cotidiano, y
después, al
anochecer, se
desnuda para
descansar; y
luego, a la
mañana
siguiente, se
levanta para
continuar su
trabajo en el
punto en que lo
dejo, así
también cuando
el hombre entra
a la vida física
se
viste del cuerpo
físico, y cuando
termina su
trabajo se quita
aquel vestido
una vez mas, en
lo que tu llamas
la muerte, y
pasa al estado
de descanso, el
cual he descrito
ya; y cuando
acaba de
descansar, se
pone una vez mas
el
vestido del
cuerpo y sale
otra vez, para
empezar un nuevo
dia de la vida
física,
continuando su
evolución desde
el punto mismo
en que la había
dejado. Y esta,
su larga vida,
dura hasta que
alcanza la meta
de la
divinidad,
conforme al
esquema de dios.
Todo esto
quizás, sea
nuevo para ti;
y, porque es
nuevo, te suela
extraño y
raro. Cuanto
queda dicho, sin
embargo, es
susceptible de
prueba y,
efectivamente,
ha sido puesto a
prueba repetidas
veces; pero si
lo deseas
estudiar todo
esto, tienes que
leer la
literatura que
trata del
asunto,
puesto que en un
corto folleto,
escrito, con un
propósito
especial, tal
como
este, tengo que
limitarme a
afirmar los
hechos sin
tratar de aducir
las
pruebas.
Podrías
preguntar,
quizás: ¿ no se
apenan los
muertos por los
que han dejado
en el mundo
físico?
Efectivamente,
algunas veces
así sucede, y
tal ansiedad
demora su
progreso;
debemos tratar
de evitarles
hasta donde sea
posible todo
motivo de ella.
El muerto debe
liberarse
eternamente de
todo pensamiento
acerca de la
vida que dejo
atrás, para que
pueda dedicarse
por entero a la
nueva existencia
en la cual ha
entrado. Por
consiguiente,
los que en el
pasado han
dependido de su
consejo,
deberían en
adelante pensar
por si
mismos, pues si
continua la liga
mental con el
fallecido, el
reforzara sus
lazos con el
mundo terrestre.
El cuidar a los
hijos de un
muerto resulta
una
acción
especialmente
meritoria,
puesto que no
solamente
beneficia a los
niños, sino
también alivia
la ansiedad del
difunto y lo
ayuda en su
ascenso.
Si durante su
vida se
enseñaron al
muerto doctrinas
necias y
blasfemas de
religión, a
veces sufre
ansiedad con
respecto a su
propia suerte.
Afortunadamente,
hay en el mundo
espiritual
muchos que se
dedican a buscar
a
los que padecen
tales errores,
para liberarlos
de ellos
mediante una
explicación
racional de los
hechos. No
solamente hay
muertos que
hacen eso,
sino, también
muchos vivos que
dedican su
tiempo cada
noche, durante
el
sueño del
cuerpo, al
servicio de los
muertos,
tratando de
explicarles la
verdad en toda
su hermosura.
Todo sufrimiento
proviene de la
ignorancia; al
disipar la
ignorancia el
sufrimiento
desaparece.
Uno de los casos
mas tristes de
aparente
perdida, es
cuando un niño
deja el
mundo físico,
quedando sus
padres
sumergidos en el
dolor. ¿qué
sucede a los
niños en aquel
mundo espiritual
tan extraño y
nuevo? De todos
los que entran
en el, son
ellos, quizás,
los mas felices
y los que mas
satisfechos se
hallan. Recuerda
que ellos no
pierden a los
padres, los
hermanos, los
compañeros de
juego a quienes
amaron; no hacen
mas que jugar
con ellos
durante lo que
llamamos la
noche en lugar
del dia, de modo
que no sienten
ni
perdida ni
separación. No
se les deja
solos durante
nuestro dia,
puesto que
allá como acá,
los niños se
juntan y juegan
en campos
eliseos llenos
de
raras delicias.
Sabemos como
goza aquí un
niño
"figurándose,
imaginándose
ser" este u otro
personaje
histórico,
representando el
papel principal
en
toda clase de
maravillosos
cuentos de hadas
o historias de
aventuras. Pues
en la materia
mas fina de este
mundo superior,
los pensamientos
toman forma
visible y el
niño que se
imagina un héroe
cualquiera, en
el acto asume
temporalmente su
semejanza. Si
desea un
castillo
encantado, su
pensamiento
puede
edificarlo. Si
deseara un
ejército a sus
ordenes,
inmediatamente
aparecería dicho
ejercito. Así es
que entre los
muertos, las
huestes de los
niños están
siempre alegres,
y son hasta
tumultuosamente
felices.
Y aquellos otros
niños de
distinta
disposición,
cuyos
pensamientos
tienden
mas a asuntos
religiosos,
tampoco dejan
ellos jamás de
encontrar lo que
anhelan. Porque
los ángeles y
santos
tradicionales
existen; no son
meras
fantasías
piadosas; y
quienes los
necesitan, los
que creen en
ellos, son,
con seguridad,
hacia ellos
atraídos, y los
encuentran aun
mas bondadosos y
mas gloriosos de
lo soñado. Niños
hay, que
quisieran
encontrar a dios
mismo,
a dios en forma
material; pues
bien, ni estos
son
contrariados,
puesto que
aprenden de los
preceptores mas
dulces y
benignos, que
todas las formas
son
formas de dios,
porque el esta
en todas partes,
y los que
quieran servir y
ayudar aun a la
mas
insignificante
de sus
criaturas, en
verdad sirven y
le
ayudan a el. A
los niños les
encanta ser
útiles; les
encanta ayudar y
consolar; un
amplio campo se
les abre para
tal ayuda y
consuelo entre
los
ignorantes en
aquel mundo
superior, y a
medida que pasan
por sus
anchurosos
campos, en su
misión de
misericordia y
amor, comprenden
la verdad de la
hermosa
enseñanza: "por
cuanto lo has
hecho por uno de
los menores de
estos,
mis hermanos, lo
has hecho por
mi".
¿ y los recién
nacidos? ¿ los
que aun no saben
jugar? No temas
por ellos,
porque sobran
madres que
dejaron su
cuerpo físico,
las cuales
anhelan
estrecharlos en
sus brazos,
recibirlos y
amarlos como si
fueran propios.
Usualmente,
tales
pequeñuelos,
descansan en el
mundo espiritual
muy breve
tiempo para
volver otra vez
a la tierra, a
menudo con los
mismos padres.
El
monje medioeval
invento un
horror
especialmente
cruel respecto a
los recién
nacidos; la
doctrina de que
el pequeñuelo
sin bautizar se
perdería para
siempre. El
bautismo es un
sacramento digno
de confianza, y
no sin valor,
pero seria muy
poco científico
imaginarlos que
la omisión de
una formula
externa como esa
pudiera afectar
el
funcionamiento
de las eternas
leyes de
dios, o hacer
que el padre
celestial
trueque su
ilimitado amor
en tiranía
sin piedad.
Hasta aquí hemos
hablado tan solo
de la
posibilidad de
alcanzar a los
muertos
ascendiendo a su
nivel durante el
sueño, lo cual
constituye la
manera normal y
natural de
proceder.
Tenemos,
también, por
supuesto, el
método anormal y
desnaturalizado
del espiritismo,
por medio del
cual los
muertos, por un
momento, asumen
de nuevo el velo
de la carne,
haciéndose así
una vez mas,
visibles a
nuestros ojos
físicos. Los
estudiantes del
cultismo
no recomiendan
este método,
particularmente,
porque detiene a
menudo la
evolución del
muerto, y
parcialmente,
porque contiene
tanta
incertidumbre, y
tanta
posibilidad de
engaño y
fingimiento. El
asunto es
demasiado
extenso
para poder
tratarlo en un
folleto como
este, pero hay
un libro llamado
"the
other side of
death" ( el otro
lado de la
muerte). En el
encontrara
también
una descripción
de ejemplos
justificativos
de que los
muertos
espontáneamente
vuelven a este
mundo inferior,
manifestándose
de varios
modos,
generalmente
porque quieren
algún servicio
de nosotros. En
tales ºcasos es mejor
tratar de
averiguar, lo
mas pronto que
podamos que es
lo que
anhelan, y si
fuera posible,
llevar a cabo
sus deseos, para
que consigan
descansar.
Si has podido
asimilar lo que
ya he dicho,
podrás
comprender que,
por
natural que sea
que nos
aflijamos por la
muerte de
nuestros seres
queridos,
tal aflicción
siempre es un
error y un mal
que debemos
vencer. No hay
por
que afligirnos
por ellos,
puesto que han
pasado a una
vida
infinitamente
mas
amplia y feliz.
Si nos afligimos
por nuestra
imaginada
separación de
ellos,
en primer lugar
lloramos un
error, porque en
verdad no están
alejados; y en
segundo, nos
portamos con
egoísmo, porque
estamos pensando
mas en nuestra
aparente
perdida, que en
el provecho
inmenso y real
de aquellos.
Debemos
esforzarnos en
desprendernos
totalmente de
todo egoísmo,
para amar
desinteresadamente.
Debemos pensar
en ellos y no en
nosotros, no en
lo que
deseamos o
sentimos, sino
únicamente en lo
que mas les
convenga y mas
les
ayude para su
adelanto.
Si nos
desconsolamos,
si cedemos a la
tristeza y la
depresión,
formamos una
nube negra que
les oscurece a
ellos el cielo.
Su mismo cariño
para nosotros,
su misma
simpatía para
nosotros, les
expone a esta
funesta
influencia.
Podemos usar el
poder que tal
cariño nos da
para ayudarles,
en lugar de
ponerles
obstáculos, si
tenemos
voluntad; pero
eso requiere
valor y el
sacrificio de si
mismo. Tenemos
que olvidarnos
totalmente de
nosotros
mismos, en el
deseo sincero y
amoroso de
servir en cuanto
sea posible a
nuestros
muertos. Cada
pensamiento,
cada sentimiento
nuestro los
influencia;
cuidemos, pues,
de emitir
pensamiento
alguno que no
sea amplio y
útil, noble
y purificador.
Si como es
probable, ellos
sienten alguna
ansiedad
respecto de
nosotros,
mantengamos
persistente
alegría para
poder
asegurarles que
no tienen por
que
preocuparse. Si
durante la vida
física
carecieron de
conocimiento
detallado
y verídico
acerca de la
vida después de
la muerte,
tratemos
inmediatamente
de asimilar
nosotros mismos
tal conocimiento
y de llevárselo
en nuestras
conversaciones
nocturnas con
ellos; puesto
que nuestros
pensamientos y
sentimientos se
reflejan en los
suyos tan
fácilmente,
cuidamos que
siempre
sea de los que
elevan e
inspiran.
Trata de
comprender la
unidad de todo;
hay un solo
dios, y todos
somos uno
en el. Si
logramos hacer
nuestra la
unidad de aquel
eterno amor,
desaparecerá de
nosotros el
pesar, porque
comprenderemos,
tanto respecto
de
nosotros como de
los que amamos,
que, vivos o
muertos, somos
del señor, y
que en él
vivimos, nos
movemos y
existimos, sea
en este mundo o
en el
venidero. La
actitud de
desconsuelo es
una actitud
impía e
ignorante.
Cuanto
mas conozcamos,
mas plena
confianza
tendremos;
porque
sentiremos
certidumbre
completa de que
tanto nosotros
como nuestro
muertos
descansamos en
el
perfecto poder y
la perfecta
sabiduría,
dirigidos por
perfecto amor.
Quienes desearen
estudiar más
ampliamente el
asunto así como
las enseñanzas
teosóficas que
tanta luz
aportan a la
mente y tanta
paz a los
corazones,
encontraran de
mucha utilidad
los siguientes
libros de la
literatura
teosófica:
A MIS PADRES
Y HERMANOS QUE
ESTÁN EN LOS
CIELOS Y EN LA
TIERRA.
POR UNA
HUMANIDAD EN QUE
BROTEN NUESTRAS
SEMILLAS
FÉRTILES
POR EL
FLORECIMIENTO DE
LA SANTA LUZ
INEFABLE EN
TODOS LOS
CORAZONES DE LOS
SERES HUMANOS.
FIAT LUX
AMONRA CHILE
UNA LUZ EN
VUESTRO CAMINO
FELILUXOR
FE Y FELICIDAD
EN LA LUZ DE ORO
Por la vida, Por
el amor y por la
humanidad de
Nuestro hogar,
nuestro Planeta
Tierra. Santiago
de Chile,
Diciembre 2013
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