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Días de encuentros
amistosos y de unión de la familia. Días de recuerdos
tiernos de la niñez. Días de regalos sencillos como
expresión de amor y amistad. Días de luces y alegría
interior. Días de paz con la convivencia más
íntima. Días de cantos gozosos que salen del
corazón. Días de ángeles y estrellas que traen paz a
los hombres de buena voluntad. Días que recuerdan un
pesebre humilde y de llevar a casas pobres un trozo de
pan, juguetes y amor calido a los hermanos. Con
alegría y generosidad y sin propagandas
vanidosas. Días de villancicos, y no solo la música
del último grito. Días de perdón y olvido de ofensas,
telarañas pegadas en el corazón. Días de felicitación
cordial y sincera. Días de cartas tarjetas,
hilo dorado de amistad que mantiene la comunicación
anual con muchos amigos. Días de abrazos con buenos,
sinceros e íntimos deseos. Días de recuerdo sereno,
agradecido
y tierno de los seres
queridos ausentes.

LO QUE LA NAVIDAD NO
ES
Días de jolgorio
desenfrenado. Días de gastos imposibles para tus
posibilidades. Días de compras excesivas. Días de
felicitaciones con frases de mero cumplimiento. Días
de competencia en regalos. A ver quien queda
mejor. Días de excesivas botellas, excesivos dulces,
excesiva mesa, con excesivos mareos y harturas. Días
de tranquilizar la conciencia con la donación para los
pobres de los juguetes que sobran y… lo que
sobra. Días de esclavitud a la propaganda
comercial. Días de alborotadas y alocadas orgías
risas falsas con disfraces falsos, a la sombra de un
árbol falso, engalanado con regalos falsos una estrella
plateada falsa que anuncia una paz falsa. Días de
aturdimiento y desenfreno. Días de sentimentalismos
tristes, morbosos y derrotistas. Días únicos para
quererse y saludarse olvidando el resto del año.

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