Eterno e Inefable
e Increado Rey y Padre de todas las cosas,
que eres llevado en el carro veloz de los mundos
que incesantemente giran.

Dominador dé las etéreas inmensidades
donde se levanta el Trono de tu Poder.

Desde cuya altura todo lo descubren tus ojos penetrantes
y tus oídos santos todo lo oyen,
atiende a tus Hijos qué amas desde

El nacimiento de los signos.

Por tú áurea grande y eterna majestad.

Resplandece por encima del mundo,
del cielo y de las Estrellas
y por ellas te levantas.

OH. Fuego resplandeciente.

Allí tú Brillas y los perduras en ti mismo
por tu propio resplandor
y sale de tu esencia inacabables arroyos de luz,
que nutre tu Espíritu infinito.

Este Espíritu infinito alimenta todas las cosas
y hace este tesoro inagotable de sustancia
siempre dispuesto para la generación
que la elabora y que se apropian de las formas
que tú te has infundido, desde
el principio.

De este Espíritu toman también origen
ese muy Santos Reyes que giran y circundan tu Trono,
y que forman tu Corte.

OH, Padre Universal.

OH, Único,
OH Padre de los bienaventurados mortales.

Tú has creado sustancias que resultan
maravillosamente semejantes a Tu Eterno Pensamiento
y a tu Esencia Adorable.
Tú has concedido superioridad a los ángeles
que anuncian al mundo tus verdades.

En fin, Tú nos has creado en la tercera categoría
de nuestros Imperio elemental.

Hay, nuestra continua ocupación es la de alabarte,
y de adorar tus designios May,
ardemos en la incesante aspiración de poseerte.