Es imposible comprender cómo sucedió la creación del mundo. Pero todos los grandes espíritus que han podido elevarse lo suficientemente alto para recibir respuestas y profundizarlas dicen que antes de la aparición del mundo reinaba un estado de no-actividad que se ha asimilado al reposo, al sueño.

Este estado de no-actividad estaba animado en realidad por un movimiento poderoso. Es difícil de definir o de expresar. La imagen que puede darnos la mejor idea es aquella de la rueda que gira tan rápido que no se le ve mover, parece inmóvil.

Es de este estado de reposo, en la inmensidad infinita, que Dios salió para crear el mundo proyectando de El mismo una sustancia que en el Génesis del antiguo testamento se le ha llamado LUZ.

Toda creación supone una limitación, entonces Dios se impuso límites. Salió de esta inmensidad, de este estado indescriptible de existencia sutil donde El se encontraba para formar un mundo, un receptáculo que El llenó con sus emanaciones, era Kether, la primera esfera. Ain Soph Aur, el Dios absoluto. inexpresable, inconocible, proyectó un reflejo de El mismo, Dios manifestado, que se le ha llamado Dios Padre para diferenciarlo de Dios Absoluto que nadie puede conocer.

A su vez, el Dios Padre sacando una sustancia de El mismo, formó al Hijo:

La esfera Chokmah, la Sabiduría. Y esta emanación que venía del Dios Padre llenó de tal manera la esfera de Chokmah que se desbordó y llenó la esfera siguiente: Binah, región de las leyes, de la inflexibiidad.

Luego Binah desbordante comenzó a llenar otro receptáculo, Chesed. región de la misericordia, de la bondad. Chesed se desbordó en Gueburah, región de la combatividad, de la voluntad formidable, fuego devorador.

 

A medida que la emanación divina se desborda y forma nuevos mundos, se condensa cada vez más. Saliendo de Gueburah se expande hacia otra región, el mundo del sol, Tiphereth, la belleza. Luego pasa al receptáculo de Netzach, a Venus, la región del amor.

La emanación divina se desborda y se polariza de manera diferente llenando a Hod, la región del intelecto. Pero Hod a su vez corre y se desborda para llenar a Yezod, llamada también la región de la vida.

Aquí se manifiesta la vida tal como la conocemos, este sephiroth provee una materia más condensada y propicia para la formación de organismos y materias vivientes, Yezod desborda para formar a Malkuth, la última esfera, la tierra, la quinta esencia divina condensada, que si se le hace volver a su estado sutil, veremos que es tan pura, luminosa y maravillosa como la materia de Kether.

 
 

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